Capítulo 9: Contra el reloj

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Alex

El sonido de una alarma me había despertado, al abrir los ojos me costaba acostumbrarme a la iluminación y aún más lograr abrirlos por completo, mire alrededor del cuarto para intentar orientarme, ya que no sabía dónde estaba. Poco a poco los recuerdos llegaban a mi mente al mismo tiempo que mis ojos se acostumbraban a la iluminación. Estaba en el cuarto de Eva, en parte no me sorprendía ya que quizás la noche anterior termine bastante mal y decidió que lo mejor era que estuviera cerca o alguna otra tonta razón. Pero lo que en verdad me sorprendió, fue cuando me di cuenta que no estaba acostado solo. A mi lado estaba cobijada una chica hasta la altura de ojos, al parecer se había dormido mirándome o por los movimientos al dormir termino en esa posición, intente recordar que paso después de que Iván se fue y creí brevemente que quizás Eva tenía alguna otra compañera, hasta que me di cuenta que se trataba de ella.

Inmediata revisé si traía mi ropa puesta, por fortuna — o desgracia— así era, no pude evitar soltar un suspiro al notar eso, prácticamente habíamos tomado tanto que terminados dormidos en el mismo lugar. El lado bueno era que Iván no estaba presente.

Después de unos instantes Eva despertó tranquilamente, al inicio creí que se molestaría o diría alguna broma, pero solo me miro tranquilamente y dijo.

—Buenos días Alex.

—Buenos días Eva.

— ¿Qué haces en mi cama? — pregunto sorprendida mientras jalaba la cobija para cubrirse—. Alto, ¿por qué no estoy en mi cama?

—No tengo idea— respondí mientras me levantaba y ella seguía cubriéndose con la cobija.

—Date la vuelta—ordeno.

— ¿Por qué?

—Solo hazlo.

—Está bien— respondí—. Tranquila.

Después eso escuche como Eva se quitaba las cobijas para soltar un ligero y casi silencioso suspiro de alivio, se levantó y después dijo.

—Listo.

— ¿Puedo desayunar aquí?

—Claro, siempre es bueno tener alguien que cocine mejor que yo.

—Tuve una buena maestra.

Luego de ayudarle a Eva a recoger la cama improvisada que habíamos hecho en un momento que ninguno de los dos lograba recordar, preparamos juntos algo sencillo de desayunar y en medio del desayuno, me di cuenta que había pasado mucho tiempo desde que compartía una mesa con alguien en una casa. Siempre estaba solo en casa, incluso antes de independizarme rara vez tenia compañía en la mesa, y si la tenía no era nada agradable, en cambio con Eva el ambiente era distinto, incluso pensé en preguntarle si podía estar con ella más seguido, quizás de esa forma—solo quizás—, volviera a tener la motivación que hace mucho desapareció.

—Yo lavo los trastes hoy, pero para la siguiente te toca a ti— dijo Eva sacándome de mis pensamientos—. Quiero ver que más sabes cocinar.

—Me agrada esa idea— respondí intentando ocultar mi emoción—. Me mandas mensaje.

Mientras Eva lavaba yo recogía el escaso tiradero que habíamos hecho en la sala, solo unas cuantas botellas y unos platos, todo parecía haber sido normal, hasta que vi mi mochila y recordé la carta de Nayeli y recordé al mismo tiempo la cita que teníamos, vi la hora solo para darme cuenta que tenía poco más de una hora para estar listo y leer su carta. Y a pesar de que me hubiera gustado quedarme más tiempo en casa de Eva, lo más seguro es que ella también tuviera cosas que hacer.

La última estaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora