Capítulo 3: Lo que paso

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Alex

— ¿En serio no lograste decirle nada? — preguntaba Iván, mi compañero de mesa luego de contarle lo que había pasado.

—Te digo que lo intente, pero por alguna extraña razón no logre decirle nada—respondí mientras resolvía algunos problemas de cálculo.

—Si la vuelves a ver mínimo deberías intentar saludarla, eso no se vería tan extraño— dijo mientras buscaba su cuaderno entre las hojas que teníamos en la mesa—. Además, puede que ella  tenga novio o incluso esposo.

—Sí, puede que tengas razón, eso arreglaría todas las cosas, pero no es como si solo pudiera acercarme a ella y decirle: oye, ¿de casualidad tienes novio o estas casada? — mientras lo decía en voz alta me di cuenta de lo estúpido que se escuchaba—. Pero si la vuelvo a ver la voy a saludar, será una buena forma de comenzar sin verme tan extraño.

—Es tan extraño que me pidas consejos para hablarle a una chica, además de que siempre eres un pesimista, también deberías decirle: "en caso de que no tengas, créeme, soy un buen partido"— dijo mientras tomaba mi cuaderno y tachaba algunos problemas en el suyo—. ¡Carajo!, creí que ya estaba bien.

— ¿Aun no terminas?, son ejercicios sencillos— le dije mientras comprobaba rápidamente mis resultados—. Y no soy pesimista, pero no voy a decirle eso, no estoy tan desesperado.

—Hablarle a una chica es fácil calculo diferencial es difícil— dijo mientras buscaba las formulas entre las hojas—. Y si llegas a necesitar ayuda, Eva o yo podemos decirle que si no te elige se arrepentirá toda su vida.

—No voy a dejar que le digan eso, solo me llamo un poco la atención y eso se me hizo extraño.

—Quizás sea porque tienes gustos exigentes y las chicas normales ya no te convencen, solo debes admitir que te gusta.

—No tengo gustos exigentes y no me gusta, solo me llamo la atención.

—Alex, no has tenido novia desde que entramos a la universidad, las chicas de bares y fiestas no te convencen y no cuenta para nada lo casual. Es obvio que estás enamorado, si solo te llamara la atención no estarías así. Además, tú siempre nos dices que estar enamorado solo dura un tiempo, deberías aprovechar.— dijo mientras intentaba resolver sus ejercicios—. ¿Porque mejor no vas a calificar?, tú ya terminaste desde hace minutos y los demás apenas van en el primero o cuarto a lo mucho.

—No estoy enamorado, solo me llamo la atención, son cosas diferentes. Y sabes que detesto ser el primero porque los demás me pedirán que les explique.

—Podrías intentar explicarles, Eva y yo te entendemos muy bien.

—Créeme, algunos están tan perdidos que incluso me pedirían que les enseñe como sumar. Así que mejor espero que tú termines y así  vengan a preguntarte, tú eres más paciente para enseñar— respondí—. Por cierto, ¿dónde está Eva?

—No pudo venir hoy, creo que fue al hospital— respondió preocupado mientras comprobaba nuestros resultados y tachaba tres resultados de su cuaderno—. Pero ella igual te hubiera dicho que deberías saludarla, claro si es que cree que te conviene.

Eva e Iván eran amigos desde secundaria y desde entonces siempre habían ido juntos tanto a la preparatoria y universidad, incluso siempre en el mismo salón, al principio creí que ellos dos salían, pero después de un tiempo me di cuenta que solo eran amigos, aunque no he preguntado si en algún punto fueron novios.

—Ya te dije que si vuelvo a ver a esa chica (cosa que dudo mucho), le hablare. Y Eva siempre cree que toda chica me conviene, pero a ti ninguna, eso es extraño.

La última estaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora