Nigromante

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Terminó de abrir el cadáver con sus manos.

En lo más profundo de su ser, solo deseaba venganza.

Tomó el intestino del animal y lo elevó al cielo, iniciando una macabra danza alrededor del fuego.

La sangre se escurrió por sus manos, cayendo sobre su rostro y pecho.

No dejaría de danzarle a la Luna, en aquel ritual funesto.

El fuego se tornó verdoso, un nauseabundo hedor a azufre invadió el ambiente, pero no le incomodó, ella solo quería muerte.

Bailó hasta que sangre y sudor se mezclaron. Bailó hasta que el infierno escuchó su llamado.

El lastimero aullido de un lobo se dejó oír en las profundas entrañas del bosque. La muerte venía a su encuentro.

Ella supo que era el momento y arrojó las vísceras del macho cabrío al fuego, cayendo al suelo.

Una maquiavélica sonrisa se dibujó en su demencial rostro. Frente a ella, entre las verdes llamas, se reveló un terrorífico espectro.

Bastó que su mirada se cruzó con la infernal criatura, para que esta blandiera su espada, partiendo a su destino, donde sembraría muerte, odio y destrucción.

No le importó perder su alma.

Al fin había logrado su objetivo.

Un cuarto para las doceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora