❝The monsters were never
under my bed.
Because the monsters
were inside my head.
I fear no monsters,
for no monsters I see.
Because all this time
the monster has been me.❞
━━ metanoia series book 2
━━ remus lupin x fem! oc
━━ original de casually
━━...
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— capítulo tres — RINCÓN DE LA NOCHE
—
NO HABÍA NADA que Remelda odiara más que sentarse en la sala común con Demetri Carrow pasando su brazo alrededor de sus hombros mientras él sonreía y volvía a contar una historia de lo increíble que era y cómo su moral era la mejor. Por supuesto, odiaba las conversaciones con su hermano mayor, las clases con Demetri y los implacables intentos de su madre por hacer de ella una mejor hija, pero esto se acercó a todos.
Ella había intentado, como decía su madre, acercarse más a Demetri, pero era tan difícil cuando lo único que hacía era alardear. Tenía toda la casa de Slytherin comiendo de su mano, lo adoraban como si fuera un dios. Ella solo se sentó allí, mirando el fuego mientras algo repicaba en risas sin sentido y ruidos de acuerdo cada vez que otros en la habitación lo hacían, así que parecía que de hecho lo estaban escuchando.
Era tan despreocupado en su manera, la forma en que describía sus relatos con estudiantes más jóvenes de otras casas (sus favoritos eran Hufflepuffs porque eran objetivos fáciles y Gryffindors porque sentía que se lo merecían más), pero los otros en la habitación también estaban despreocupados de ponerse de acuerdo.
Remelda no podía culparlos. Sus padres les lavaron el cerebro y ella fue bendecida con un hermano mayor que la ayudó a salir de ese lavado de cerebro. Incluso si ya no le agradaba exactamente, y le guardaba rencor, podía decir que lo único bueno de él era que se diera cuenta de que había más en la vida. Él le hizo darse cuenta de que este estar de acuerdo sin sentido con los padres y nunca pensar en otro estilo de vida, crecer con ideales prejuiciosos y un odio contra aquellos que no eran "puros de magia" era simplemente repugnante.
—¿Puedes creer eso? ¡Ellos pensaron que eran mejores que yo! —Demetri se burló y Remelda se abstuvo de poner los ojos en blanco por millonésima vez esa noche.
—Bueno, no puedo creerlo, Demetri —coincidió con él Nancy Daniels, de quinto año. Siempre le había gustado Demetri, pensando que era tan bueno como era posible, y Remelda solo podía sentirse triste por ella. Había muchas otras personas que eran mucho mejores que él, pero aparentemente no todos vieron eso, y ella sintió una inmensa simpatía por ellos—. Nadie es mejor que tú.
—Gracias, Nina —sonrió, entendiendo mal su nombre una vez más. Siempre se equivocaba con los nombres, algo intencional que hizo para afirmar su dominio y demostrar que era mejor. Remelda no sabía por qué, pero nunca preguntó.
—Nancy —murmuró la chica, la tristeza goteaba de su voz mientras lo susurraba. Nadie más pareció oírlo excepto Remelda, lo que hizo que la niña la mirara con simpatía antes de volverse hacia el fuego. No se les permitió mostrar emociones, se recordó a sí misma.
