19.El Rostro de los Sith

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Mustafar ardía con lava que descendía de volcanes de resplandeciente obsidiana.
Al borde de su campo gravitatorio, un chorro de prismática luz estelar se
combó para dar paso a un caza estelar que soltó su anillo de hiperimpulso y entró en
la atmósfera asfixiada de rescoldos y denso humo.
El caza seguía un rumbo preprogramado hacia la única instalación del planeta,
una mina automatizada de lava construida por la TecnoUnión para extraer metales
preciosos de los continuos ríos de piedra ardiente. La instalación había sido habilitada
con las mejores defensas mecanizadas que podían comprarse con dinero,
convirtiéndose en el último reducto de los líderes de la Confederación de Sistemas
Independientes. Era completamente inexpugnable.
A menos que se tuvieran los códigos de desactivación.
Motivo por el cual el caza pudo aterrizar sin provocar el menor revuelo en las
defensas de la instalación.
Las zonas habitables de la instalación estaban repartidas en torres que parecían
setas venenosas brotando de la orilla de un río de fuego. El principal centro de control
estaba construido encima de la más grande, junto a la pequeña plataforma de
aterrizaje en la que se había posado el caza. Fue en ese centro de control desde donde,
menos de una hora antes, se había enviado una orden codificada a todos los
repetidores de la HoloRed que había en la galaxia.
Ante esa señal, todos los droides de combate de todos los ejércitos de todos los
planetas regresaron a sus transportes, se recolocaron en sus alveolos y se
desconectaron. Las Guerras Clon habían acabado.
O casi.
Faltaba un último detalle.
Una figura envuelta en una capa oscura que bajaba de la carlinga del caza.
Bail Organa entró en el hangar del Tantive IV y encontró a Obi-Wan y a Yoda
mirando dubitativamente la pequeña carlinga del caza del primero.
—Supongo —decía éste con reticencia—, que si no te importa viajar en mi
regazo…
—Puede que no sea necesario —dijo Bail—. Acabo de ser convocado de vuelta a
Coruscant por Mas Amedda. Palpatine ha convocado una sesión extraordinaria del
Senado. Se requiere nuestra presencia.
—Ah —repuso Obi-Wan con las comisuras de los labios curvadas hacia abajo—.

Es evidente de qué tratará.
—Me preocupa que pueda ser una trampa —dijo Bail despacio.
—Improbable es —repuso Yoda, cojeando hacia él—. El motivo de tu repentina
partida de la capital desconocido es; que el joven Obi-Wan y yo estamos muertos se
supone.
—Y Palpatine no actuará contra el Senado en su conjunto —añadió Obi-Wan—.
Al menos, todavía no. Necesita una ilusión de democracia para mantener controlados
los sistemas estelares individuales. No se arriesgará a un levantamiento general.
Bail asintió.
—En ese caso… —respiró hondo— …igual puedo ofrecer transporte a Sus
Gracias.
Dentro del centro de control del búnker separatista, en Mustafar… Wat Tambor
ajustaba la mezcla de gases de su armadura…
Poggle El Menor se masajeaba sus carnosos tentáculos labiales…
Shu Mai jugueteaba con el anillo de bronce con que mantenía sus cabellos unidos
al estilizado cuerno curvo que se elevaba tras su cabeza…
San Hill se estiraba la media corporal, que se le había empezado a meter por la
entrepierna…
Rune Haako desplazaba con nerviosismo su peso de un pie al otro… Mientras,
Nute Gunray hablaba con la holopresencia de Darth Sidious.
—El plan se ha desarrollado tal y como prometió, mi señor —decía Gunray—.
¡Éste es un día glorioso para la galaxia!
—Sí, así es. Gracias, en gran medida, a ti, virrey, y a tus socios de la TecnoUnión
y el CBI. Y, por supuesto, al archiduque Poggle. Todos habéis actuado de forma
magnífica. ¿Se han desconectado por completo vuestros ejércitos droides?
—Sí, mi señor. Hace casi una hora.
—¡Excelente! Seréis generosamente recompensados. ¿Ha llegado ya mi nuevo
aprendiz, Darth Vader?
—Su nave descendió hace un momento.
—Bien, bien —dijo con tono agradable la holoimagen del hombre encapuchado
—. He dejado vuestra recompensa en sus manos. Él se ocupará de vosotros.
La puerta giró para abrirse.
Una figura alta envuelta en una capa, esbelta pero de hombros anchos y con el
rostro ensombrecido por una pesada capucha, apareció en el umbral.
San Hill se adelantó a los demás en su saludo.
—¡Bienvenido, Lord Vader! —sus alargadas piernas casi tropezaron la una con la
otra en su prisa por estrechar la mano del Señor Sith—. En nombre de la
Confederación de Sistemas Independientes, deje que sea el primero en…

STAR WARS LA VENGANZA DE LOS SITH [ NOVELA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora