Capítulo 12- -Sin editar.-

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Harry’s PoV

Gruñí con voz ronca, mi rostro enterrándose en la mullida almohada en un intento de acallar el molesto sonido. Ese sonido que odiaba más que a nada. Ese jodido sonido que, si pudiera extinguir algo en el universo, elegiría sin dudarlo. Ese sonido simple, notablemente sin armónicos que lo suavicen. Dos notas que me sacaban de quicio.

Beep Beep

¡Puto despertador!

Beep Beep

Gruñí nuevamente y golpeé el aparato con la almohada libre a mi lado, intentando apagarlo sin mucho éxito, sólo cayó al suelo con la almohada encima. Al menos ya no se escuchaba tan fuerte y penetrante. Arrastré mi cuerpo un poco en la cama para alcanzar el cable del aparato y desconectarlo de un tirón. Logrando acallar por fin el molesto pitido.

-¡Enano! Ya levántate que se hace tarde- demandó la voz de mi hermana del otro lado de la puerta golpeándola repetidas veces con la palma de la mano. Un quejido salió de mis labios como respuesta mientras escuchaba los pasos de la chica alejarse de mi habitación haciéndose más tenues a cada segundo.

Me levanté finalmente de la cama lanzando las cobijas al otro lado de esta. Llevé una mano a mi rostro tallando mis ojos con el puño para retirar las lagañas que me impedían ver con completa claridad. Arrastré los pies hasta el baño carraspeando de vez en cuando en un intento de aclarar mi voz, claro que no sabía si funcionaba, ya que tenía demasiada flojera como para pronunciar una palabra y comprobarlo.

¿Me ducharé?...

La respuesta, era obvia.

No, me bañé anoche.

Me encogí de hombros bostezando. Rasqué mi nuca dirigiéndome al lavamanos con los ojos semi-cerrados, deseando volver a reposar en los dulces y poderosos brazos de Morfeo. Sabiéndolo prácticamente imposible. Tomé mi cepillo de dientes y el dentífrico, colocando un poco del segundo sobre las cerdas del primero. Mojé el cepillo para facilitar el trabajo y cepillé mis dientes con pereza. Luego el enjuague. Luego lavarme la cara. Cepillarme el cabello para acomodar un poco mis alborotados rulos. Salir del baño. Dirigirme al pequeño closet. Vestirme cómo puedo. Todo ya era rutina y yo seguía sin acostumbrarme al puto ruido del despertador. Ni siquiera me fijé bien en lo que hacía, bien podría traer una comadreja de bufanda y no me habría dado cuenta. Bajé las escaleras, tomando mi liviana mochila de éstas para caminar a la entrada con el habitual grito de rutina como despedida.

-¡Mamá, ya me voy! –Y ella, como parte de la rutina, sale de la cocina, donde toma su desayuno rutinario.

Colocó una mano en mi pecho para detener mi rutinaria trayectoria a la salida.

-Harry, cariño, la camiseta. –murmuró divertida. Bajé la mirada encontrándome con la etiqueta donde debería ir el cuello V de mi camisa de manga larga, esa azul claro que a veces mi hermana toma prestada ya que es “demasiado femenina”, pero a mí me gusta. Sólo que no volteada y al revés, eso no era parte de la rutina. Reí vagamente mirando a la mujer.

-Gracias. –dejé la mochila a un lado para sacarme la camiseta. Solté un casi inaudible gemido al sentir el frío de la mañana contra mi piel desnuda ganando una pequeña risa de parte de Anne. Arrugué la nariz poniendo bien mi camiseta y tomando la mochila de nuevo, echándomela al hombro. -Ahora sí. Ya me voy, má –sonreí abriendo la puerta.

-¿Y no vas a dejar que me despida como se debe? – alzó las cejas. Asentí agachando mi cabeza un poco para que ella depositara un beso en mi cabello, cosa que hizo sin dudar.

-Listo. Chau.-

-¿Las llaves?-

-Aquí. –llevé mi mano a mi bolsillo trasero.

Tutoría [Larry Stylinson] CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora