Prólogo

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"No existen las coincidencias, caminamos cada día hacia lugares, situaciones y personas que nos han esperado desde siempre"

-Lakewood, 01 de octubre de 1918 -

Ella tenía tanto miedo que se podía percibir el temblor de su cuerpo. Se sentía tan exhausta y adolorida que supo que si intentaba dar un paso más, no podría mantenerse en pie. Su cabello era un desastre y su cara pecosa estaba manchada por la ceniza, al igual que su ropa. Empero a eso, no había otro lugar en el que ella hubiera deseado estar.

Pensó en su vida. Había tenido tantos momentos felices como también grises, había reído, llorado, gritado, y había soñado. Pero, sobre todo, había amado. Eso le otorgó un poco de tranquilidad. Sin embargo, se ensombreció al pensar que ya no podría volver a volar en un avión junto a Stear, no podría volver a reír por uno de los chistes de Archie, ya no tendría oportunidad de volver a intercambiar confidencias con Paty y Anne, y nunca escucharía de nuevo la melodía de la armónica de Terry. Intentó dispersar las lágrimas que se acumulaban en sus ojos ante aquellos lúgubres pensamientos, pero las rebeldes gotas se escaparon de ellos. Se sintió presa del terror y la exasperación al verse atrapada en aquella agonizante situación. Siendo como era ella, simplemente no podía entregarse al crudo destino de la muerte, no podía.

Entonces las llamas se levantaron aún por encima de la casa, ocasionando que por el miedo tropezara, cayendo hacia atrás. Más en el último instante, sintió como unos brazos fuertes la sostuvieron refugiándola de todo, protegiéndola como incontables veces lo habían hecho en el pasado. Ella se aferró a ese abrazo como si de ello dependiera su vida, y al mirar a aquellos ojos celestes que la observaban con tanto amor, comprensión y ternura, todo su miedo se disipó. Él era su destino, cada paso que había dado y cada decisión que había tomado la habían guiado hacia aquel hombre. Aún si desde el principio hubiese sabido que todo terminaría de ese modo, supo que de igual forma lo habría elegido.

No había otro camino para ella, siempre había sido él. Siempre había sido Anthony Brower. 

La hija de los Britter (Candy White por siempre I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora