― Leticia y yo salíamos a pasear mucho, caminábamos en exceso, en el día, en la tarde, por las noches... todo era bastante irreal, como esas comedias románticas gringas, paseábamos en el coche (algún día lo repararé), compramos un pequeño Jeta clásico color rojo. Yo ciertamente disfrutaba pasear con ella, eran tan... tan interesante, es decir, casi no le entendía y ciertamente retengo muy poca de la información que me bombardeaba, pero me gustaba verla hablar, era bastante envolvente, su voz, ciertamente prestaba poca atención a lo demás cuando ella hablaba. Decía cosas por horas y horas sin detenerse, apenas y respiraba.
― No, no, no, no, no. Espera Raul, ¿Qué mierda estás diciendo? Tú eras el que rara vez paraba de hablar, siempre eras "yo esto, yo el otro, seguro yo lo hago mejor" siempre intentando demostrar que tienes un pene inmenso.
― Qu.. qué, no, claro que no, yo siempre me quedaba callado esperando a escuchar lo que decías. E-e-es decir, quiero aclarar que mi pene pequeño no es.
―¡¿Puedes dejar de hablar de tu pene por un maldito segundo?!
― Oye, eso no es justo, yo no había mencionado nada de mi pene hasta que tú lo dijiste.
― Bueno, y a todo esto, ¿Qué es lo que intentas hacer? ¿poner a todo el mundo de tu lado exponiendo lo buen novio que fuiste?
― No, no, no, no. Sólo, sólo estaba recordando esas pues, bonitas experiencias que viví contigo, ¿eso es malo?
― ¿Acaso importa?
― No, no lo sé, es decir, pensé que podría sacar un buen cuento de esto, es decir, muchos poetas se inspiran desde su rotísimo corazón.
―¿Cuándo vas a parar de comparar tu vida con la de otros famosos escritores? ¿crees que eso te da talento? ¿sientes que las mismas musas los iluminan?
― Bueno, eso estuvo sobradísimo. Además, ¿por qué te inmiscuyes en mi cuento? Es decir, esto claramente es privado.
― Todo esto está pasando en tu mente, zoquete. Tú eres el que decidió incluirme en su estúpida obra simulando lo que crees que diría en el mundo real, en una conversación real, ¿no es así?
― ...
―¿Por qué no me dejas ya en paz? Por tu bien y el mío.
― Es que te extraño.
― Y yo a ti... Pero sabes que esto ya debe terminar.
― Lo sé, es sólo que, es muy difícil.
― Entre más rápido lo aceptes, mejor.
― No quiero que te vayas.
― Eso es algo que ni tú ni yo pudimos evitar, eso ya pasó.
― Tus cosas siguen en la casa.
― Deshazte de ellas. Sólo estorban.
― Sólo destaparían el vacío que quedó.
― No fue tu culpa. La lluvia era horrible, el suelo estaba casi congelado, resbaloso.
― No presté atención.
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Cuentos de un adolescente.
De TodoLos cuentos son como el sexo casual; se experimenta, se aprende, no se comprometen a algo largo, simplemente se disfruta y se vive el momento, así que, ¿por qué no lees estos bellos cuentos? Chance y no te arrepientes.