En el campo gravitatorio,
Y las torres de alta tensión entre tus piernas, Yo, he decidido perder el tiempo.Extinguirme en tu risa,
Y inmolarme en el filo de tus bragas.
Despertarte cada mañana,
Entre gemidos y lamentos.Y no dejarte escapar,
Ahogándome entre las hebras de pelo dorado.
Que nos hace de sol, en los días de invierno.
Dando paso a la calidad de tu cuerpo.La velocidad de mis embestidas,
se vuelve relativa cuando me pides tiempo.
Y te vestiría de margaritas,
Si tu lo gritas.Porque cambias la relatividad de mi tiempo,
Cuantas noches bajo las estrellas de mi techo,
Jugando en el mismo lecho,
Soportando tus ojos azules clavados en mi infierno.Ángel acabó de recitar su poema en la presentación de su mejor amigo. Paula y Melissa se miraron haciendo muecas de incredulidad. Ella con un incipiente mosqueo, contó hasta diez y respiro profundamente. No era rubia y tampoco tenía los ojos azules. También sabía que Ángel escribía en base la experiencia personal. Se inspiraba en el entorno y bebía de las musas que se movían entre sus líneas. Melissa la agarró de la mano y la llevó fuera del local. Se apoyaron en la pared y se encendieron un cigarro.
Melissa era la mejor amiga de Paula de la infancia. Juntas y de la mano se enfrentaban al mundo pegando patadas voladoras. Probablemente, si hubieran sido homosexuales, serían las novias perfectas aunque en alguna que otra borrachera, tropezaran entre sus piernas. No sólo fue sexo en medio de la inconsciencia del alcohol... También era lo mucho que se querían la una a la otra.
Paula era culta, Morena y visceral. Melissa por el contrario; pelirroja, con déficit de atención y salvaje por naturaleza. El Ying y el Yang reencarnado en mujer. Si una caía, la otra también. Porque eran un equipo. Porque eso era el verdadero concepto de amistad.Melissa agarró la muñeca de Paula mientras daba caladas profundas a su cigarro mentolado.
-Tía, el poema de Ángel a quién cojones iba dedicado.
-A ver, Paula. Es escritor, será alguna tía metafórica. Lo mismo estaba hablando de lo cabrona que es la primavera.
-¡Claro! Desde cuando la primera es rubia con los ojos azules. Si hablase de un verano en Tenerife, lo mismo hubiese colado. Que Ángel sólo escribe basándose en las experiencias pasadas. Me lo ha dicho a mi y yo soy morena, Melissa.
-Pero eres teñida...
-¿Y los ojos azules?
-Si te pones lentillas...
-¡Vete a la mierda!
-¿Quieres que te tranquilice o que te diga que sí?
-Que sí ¿Qué?
-Pues que sé cómo escribe tu... Lo que quiera que sea y esa, pues no eres tú.Ángel apareció y ambas bajaron la voz hasta permanecer calladas. Sonrieron de forma forzada e incómoda. Él miró a una y a otra, como si se tratase de un partido de tenis. Puso un cigarrillo entre sus labios y supo que algo no estaba del todo bien.
-¿Qué ha pasado?
-Estamos fumando. -Dijo Melissa atropellada.
-No, Paula. Cuéntame que pasa.
-Vuelvo luego, chicos. - Melissa pilló la indirecta y salió de allí como alma que lleva al diablo.
-¿Quién cojones es la del poema?
-Lo escribí hace mucho tiempo.
-Pero... En qué lugar me deja a mi si esa escucha esto. En la tonta que aguanta al subnormal que le sigue echando de menos.
-Nosotros no somos nada.
-¿Entonces qué coño somos?
-¿Quieres ser mi novia?
-¿No lo era? - Paula dió un golpe a la pared fruto del enfado y salió lanzada dirección a casa.
-Paula. Es Cassandra y sólo es un poema. Míralo como un conjunto de letras. Y si, somos pareja desde que viniste a casa.Paula paró el paso, se volteó y le hizo un bonito corte de manga.
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