Pasó 5 noches a pensión completa haciendo vida en el salón sin opción a recurrir. Era consciente de su cagada y sabía que ni con mil rosas, Paula conseguiría apiadarse de él. Recitar un poema nunca le costó tan caro, pero nada pasa por casualidad. Ángel quería que Cassandra supiera que la tenía presente y que, el encuentro que tuvieron unos días antes de la presentación del libro de Luis, le hizo replantearse su incipiente relación con Pau.
Todo empezó con un WhatsApp inesperado: "Ángel, siento escribirte a éstas horas. Sé que estarás liado escribiendo, también quiero disculparme por enviarte un mensaje tan sumamente largo. No he tenido oportunidad de hacer una llamada. Vuelvo a España por unos días y no conozco a nadie para quedarme unos días en su casa, ya sabes, temas de trabajo. No molestaré y te recompensaré de la forma que mejor te venga. Vas a ir mañana a recogerme a la estación? Llego a las 18:00. Besos "
Dudó en responder y mucho menos plantearse en ir a recogerla a la estación. Paula sufría de "Terrirtoriedad femenina", como ella solía decir. Ese término consistía en ponerse de moños y masturbarse, a viva voz, cuando Ángel estaba en otra habitación. Él no podía resistirse al escucharla gemir y corría hasta la habitación para ver si así podía unirse al juego, aunque siempre acababa haciéndose una paja en una esquina. Ese era su castigo por mirar a quién no debía. Pero ambos, encontraron en aquello cierto placer. Paso a ser un fetiche que practicaban de tanto en cuanto.
Ángel llegó a la estación en vaqueros, sudadera y sin peinar, no quería impresionarla. Pero esa versión, fue la que más gusto a Cassandra, mucho más que el Ángel que conoció en la Universidad. Se abrazaron, pero de forma distante, como si se tratase de un acto formal forzado. Se metieron en el coche y sólo tardaron 10min en iniciar una conversación coherente.
-Ángel ¿Estás nervioso?
-No ¿Por qué?
-Es que no te he dicho la dirección del hotel y no sé a dónde vamos.
-Joder, Cassandra. -Dijo de forma aspirada.
-Ángel, sé que fue mi culpa y no hay día que no me arrepienta de ello. Nunca imaginé que irme a Roma nos afectase. Bueno, omitirlo y no aceptar que vinieses conmigo. Fueron cuatro años juntos. Hemos reído, cantando y follado en medio mundo ¿Tú has conseguido olvidarte de eso? Yo no y quiero volver a hacer otra vez cada día de mi vida. Ojalá el cuento tuviera un final feliz y no hubiésemos acabado tú, como princesa malherida y yo como dragón encabronado. Te lo digo aquí, en un viaje a la nada que no te olvides de mi, ni de lo nuestro.
Ángel paró el coche y dejándose llevar por todos esos recuerdos. Abrió el redil de sus instintos más primarios y volvió al bar donde la conoció, a la casa donde la amo y al lugar donde le dijo adiós. Aún así no pudo evitar besarla con pasión, con las ansias de la primera vez y sin pensar en nada más. Él adoró sus piernas y hundió su cabeza en su coño aquella noche. Se dejó llevar y fue, de camino a casa, cuando comenzó a ser consciente de que la había cagado.
Él era feliz y tenía todo lo que necesitaba, así comenzó a dar vueltas a lo que pasó y como decírselo a Paula sin que hubiese ningún daño colateral.
