Cassandra II

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Un bote de tomate frito explotó en el marco de la puerta principal. Llenando las paredes de salsa, parecía que habían matado a alguien con brutal violencia allí mismo. Ángel pensó que Paula había entrado en enajenación después de tantos días recuperándose del accidente con su cliente. O que había fumado María, cualquier cosa, excepto la visita de Cassandra.

-¿Qué cojones pasa, Paula? ¿Se te ha ido la puta cabeza?
-¿Qué se me ha ido la cabeza? ¿Tú me dices a mi que se me ha ido la PUTA CABEZA?
-¿Pero qué te pasa?
-Esta bien, tendré que refrescarte la memoria... Cassandra, eso me pasa.

Ángel empalideció y no fue capaz de salir del estado de catatonía mientras ella maldecía a todos su árbol genealógico en bucle. No fue capaz de ir a contenerla, si Paula tenía algún defecto era su carácter. Podía ser un volcán en plena erupción con el gesto más tonto. El momento fue casi cinematográfico, salido de una de esas series cómicas/amorosas de Hollywood. Los gritos de ella se confundían con los de Blondie en Heart of glass que sonaba de fondo en su viejo tocadiscos mientras la habitación parecía dar vueltas. Casualidad.

-¿Quién te ha dicho eso?
-Cassandra ha Estado aquí, capullo. No quiero verte nunca más y cuando vuelva al trabajo, me iré de tu casa.
-Paula, no vas a volver a los masajes. -Intentando agarrarla de la cara, ella rehusó aquel gesto que siempre precedía a un polvo pasional.
-¡Qué me dejes! No te la hubieses follado. Así no tendría que volver para irme de aquí.
-No lo hice.
-Estás poniendo tu cara de mentiroso.
-¡Joder! Me dejé llevar por los recuerdos del pasado. Cassandra sabe cómo seducirme.
-Te está quedando todo precioso. Sigue arreglando ésta mierda.
-Yo te quiero a ti. ¿Cómo puedo demostrártelo?- Dijo arrondillándose ante ella y sus taconazos rojo Valentino.
-Cassandra sabe cómo seducirte. Te dejas llevar por lo que un día fuistéis y ella ¡NO QUISO SER! Métete ésto bien claro en la cabeza o escuchame bien. Soy una jodida diosa y no merezco a ningún capullo como tú.
-¿Tú no has tenido nunca un momento de debilidad?
-Pues te hubieras hecho una paja.
-En eso llevas razón.
-Y en todo. -Apostilló mientras cogía su boldo.
-¿Dónde vas?
-A cenar.
-Voy contigo.
-Llama a Cassandra, conmigo no vienes a ningún lado.

Paula salió del Salón con caminar fuerte, moviendo su culo de una lado a otro dentro de un vestido de corsé negro, que hacia su figura mucho más evidente. No hizo ninguna salida triunfal, ni siquiera dió un portazo como solía hacer cuando se enfadaba. Pero al llegar al ascensor, lloró como una niña desconsolada mientras golpeaba a su reflejo en el cristal. El rímel pintaba sus lágrimas de negro mientras le emborronaban el resto del maquillaje que con tanto cuidado hizo para gustarle a él.

He visto cómo me mirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora