Una ligera capa de sudor cubría por completo a Shinumi. Desde muy temprano había estado entrenando con Hayate para mejorar su Kenjutsu. Hace casi dos semanas que habían iniciado y las mejorías en el manejo de su Wakizashi mejoró bastante. Si antes se le era casi imposible intentar atacar al joven Gekkou, ahora al menos podía seguirle el ritmo y eso alegraba mucho a la pelinegra.
—Sigues poniendo la cintura rígida al momento de esquivar; eso te quita velocidad, limita tus siguientes movimientos y también te hace muy predecible —le observó Hayate. Al ver que a su 'pupila' le costaba responder por el cansancio, este le pasó una cantimplora para que la muchacha se pudiera hidratar.
Shinumi agradecía que su compañero fuera tan amable con ella. Sin duda alguna, a su parecer, no pudo encontrar un mejor maestro.
—Muchas gracias por aceptar entrenarme, Hayate. Me hacía mucha falta perfeccionarme en el dominio de espadas y sables —sonrió con entusiasmo contagiando su alegría al muchacho ojeroso.
—No hay ningún problema, siempre y cuando hagas lo que te pedí —con entusiasmo, Shinumi, asintió —. ¿Qué te parece si vamos a almorzar? Ya tengo hambre y no he probado bocado desde mi cena de ayer —extendió su mano para tomar la de su amiga y caminar hasta Ichiraku. Era el lugar perfecto por el razonable precio de su platillo, además de que era lo más rápido que podían conseguir.
—Estaba esperando a que lo dijeras, porque me muero de hambre. —Antes de dar algún paso más, la joven recogió su Wakizashi y lo metió en su funda.
Ya a unas cuadras de Ichiraku el joven Gekkou se dio cuenta de que había una presencia que los había estado persiguiendo. Dudaba de que fuera algo peligroso, pero aún así no bajó la guardia.
Ya en el restaurante de fideos, Shinumi y Hayate se acomodaron en los dos primeros bancos de la izquierda con el chico al fondo, mientras conversaban de trivialidades como que los pobres de Asuma y Kurenai no había podido tener una cita exitosa porque sus estudiantes decidieron que era una buena idea unírseles, vaya suerte la suya.
—Hablando de citas, ¿no tendrías que estar planeando la tuya con Yugao? —preguntó la ojiazul. Hayate, histérico, volteó su cabeza a todas partes y puso su mano encima de los labios de la pelinegra para así intentar silenciarla.
—Shhh, no tan alto. —Shinumi apartó la mano de su amigo y le sonrió algo apenada por su poca discreción—. Al parecer se te olvida que tú prometiste ayudarme —susurró en el oído de la joven —. Recuerda que me sobornaste con convenser a Yugao de salir conmigo si te daba las clases privadas —Shinumi se sonrojó por su intento desesperado, pero efectivo, de obtener ayuda del joven Gekkou.
—Que te puedo decir, estaba muy desesperada —Esta vez su volumen de voz era normal.
—Pues... Admito que la oferta fue tentadora; solo falta que cumplas con tu palabra —La sonrisa divertida que Hayate le lanzó a la pelinegra solo logró sacar a su perseguidor de las sombras.
—Shinumi, Hayate; qué sorpresa verlos por aquí. —Kakashi los separó abrazando el cuello de cada uno de manera poco discreta mientras sonreía, o al menos eso se podía deducir al ver su ojo arqueado.
El joven Gekkou entendió de inmediato la falsa sonrisa que el peliplata le enviaba. Comprendió que lo mejor era retirarse antes de que el ANBU le hiciera algo.
—Hola, Kakashi-san. —Aunque su voz demostraba la contrario, Hayate estaba perturbado por la expresión del Hatake —. ¡Oh!, demonios, casi lo olvido —Exageradamente se golpeó la frente mientras se levantaba de su silla—: Se me olvidó sacar a pasear a mi perro.
—Pero Hayate tú...
—Lo siento Shinumi-chan, pero debo irme. —Ante la confusión de su amiga el Gekkou se retiró.
ESTÁS LEYENDO
One-Shots ||Naruto||
Short StoryTodos los personajes, a excepción de los oc's, son propiedad de Masashi Kishimoto.