Senju Tobirama

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Sarutobi Tsuri y Senju Tobirama tenían un largo historial de disputas, a veces no solo eran verbales y llegaban a un enfrentamiento más serio que siempre era interrumpido por el Senju mayor o Uchiha Madara.

Esta no era una excepción, y ambos se encontraban frente a frente, cada uno empuñando un arma; una Katana en el caso de Tobirama y un Wakizashi por parte de la castaña.

Ambas espadas chocaron con fuerza de manera sucesiva, causando que del impacto salieran chispas y alguna que otra astilla metálica. Ambos quedaron en no usar ninjutsu o genjutsu y el primero que lo hiciera saldría como perdedor al solo valerse de estilos de batalla en la que alguno de ellos saldría victorioso con facilidad.

—Deberías rendirte —murmuró el peliblanco entre dientes mientras daba un salto hacia atrás para evitar que el filo del Wakizashi de la mujer se incrustara en su abdomen.

—Llevamos años con esto, ¿crees que solo por pedírmelo voy a sederte la victoria? —contestó la mujer, retomando una postura de defensa.

Un gruñido de disgusto salió de la boca del Senju menor mientras se disponía a intentar desarmar a su oponente.

Ambos sabían que la habilidad que poseían en Kenjutsu era igual y ninguno perdería, a no ser de que uno se distrajera o aceptará la derrota.

Aprovechando su flexibilidad, Tsuri esquivó la espada del Senju que venía de una dirección lateral, con su rodilla golpeó con fuerza el pecho del hombre de ojos escarlata, al conseguir abrir un hueco en la defensa del hombre, Tsuri aprovecho para golpear la Katana del contrario con su wakizashi con tal fuerza que logró hacer que Tobirama soltara su espada; en un rápido movimiento apuntó al cuello de su rival mientras le sonreía de manera engreída.

—Gané —canturreó la castaña, la molesta mirada de su adversario le causó mucha gracia ya que sabía que era un pésimo perdedor.

—¡Exijo retomar el duelo desde un principio! —bramó con enojo el Senju menor.

—No, no, no, querido, te he derrotado limpiamente y no lo podrás cambiar —decía la castaña burlona.

Sin motivo alguno, Tsuri empezó a carcajear sonoramente, mientras señalaba a Tobirama como si fuera la cosa más graciosa del mundo. Tobirama estaba enojado, pero todas sus razones para intentar abalanzarse contra la fémina se vieron apagadas por la risa peculiar de la contraria, sin poder suprimir lo suficiente sus emociones Tobirama sonrió de lado un poco decepcionado, mientras se levantaba del suelo.

—!Deténganse! —Se oyó un grito a lo lejos, el Senju menor y la Sarutobi supieron de inmediato de quién se trataba— Ustedes no tienen remedio —regañó Hashirama, ignorando la situación— Ya no estamos en guerra, y por la paz de toda la aldea...

—¡Silencio, Hashirama! —demandó el peliblanco de brazos cruzados, el Senju mayor adoptó una postura depresiva.

—Yo solo quería que su pelea terminara... —murmuró el Hokage.

—Ya terminamos, Hashi —Se apresuró a decir la Sarutobi con alegría.

—¿Es en serio? Dime, ¿quién ganó? —preguntó como un niño emocionado.

—Eso no es de tu in...

—¡Es obvio que yo! —presumió la castaña bajo la asesina mirada de su rival.

—¡Eso es increíble, Tsuri-chan! —felicitó a su amiga— Espera... ¿Tobirama perdió? —Una gran carcajada emergió desde el pecho del Hokage, Tsuri no tardó en acompañarlo.

—Ustedes dos son muy molestos —escupió con rabia Tobirama — ¡Dejen de actuar como un par de niños! —reclamó con enojo. Su ceño fruncido y su mal humor solo lograron aumentar las risas de Hashirama y Tsuri.

A duras penas Hashirama detuvo su burla mientras se apoyaba en el hombro de su hermano.

—Lo siento, hermano —dijo con la respiración entrecortada — Solo que... No tengo escusas, solo me pareció gracioso —Una vena se presentó en la frente del peliblanco, quien estaba apretando su mandíbula con fuerza.

—¡Nooo! —un niño salió entre los arbustos del área verde—. ¿Tobirama-sama perdió contra la torpe de mi hermana? —Se quejó Sarutobi Hiruzen, el hermano menor de Tsuri y estudiante de Tobirama.

—¿Cómo que torpe, pequeña alimaña? —Hiruzen tragó saliva mientras sonreía con inocencia.

—Ahora que lo recuerdo, Me debes 50 ryous por haber perdido. —Le comentó el Hokage al niño. Este último solo sacó su monedero con pesar.

—¿Ustedes apostaron? —preguntó Tsuri, se sentía indignada por el hecho de que su propio hermano apostara a su derrota.

Hashirama solo asentía sin prestar atención mientras contaba el dinero que el infante le dio.

—Usted y su vicio con las apuestas —comentó con indignación la Sarutobi.

—No me mires así, lo hice porque sabía que ganarías —se escusó el Hokage un poco nervioso mientras se rascaba la nuca—. Deberías estar más animada, después de todo tú te negaste a casarte con él y por eso hicieron esta especie de combate por más de... Tobirama, ¿Cuántos años llevas tras ella? —Su hermano menor no respondió y volteó la cabeza para darle a entender a Hashirama que no estaba dispuesto a hablar por ese momento.

Desde la fundación de Konoha y la integración del clan Sarutobi, Tobirama había posado sus ojos en la bella hija mayor de Sarutobi Sasuke. El albino intentó por más de dos años seguidos el conseguir su mano, pero la joven castaña no estaba dispuesta a aceptarlo tan fácilmente; así que lo retó a un duelo casi interminable, hasta ese momento, en el que si él ganaba ella aceptaría ser su esposa.

—Vámonos... —se limitó a decir el albino mientras comenzaba a marcharse, Hashirama no sabía muy bien qué hacer y se preguntaba si debía darle una extensa charla sobre las decepciones amorosas a su hermano menor, rápidamente desechó la idea ya que él tampoco sabía mucho, por no decir nada, sobre el tema.

Tsuri miraba como Tobirama se alejaba de ella cada vez más, mentiría al decir que no se sentía triste; el menor de los Senju se había ganado su corazón al no darse por vencido durante ese largo tiempo.

—¡Lo haré! —gritó Tsuri, para que el albino pudiese escucharla.

Tobirama se paró en seco mientras dudaba en si dar la vuelta o no, sentía humillante que ella tubiese lástima de él.

—¿Tobirama, escuchaste eso? —preguntó su hermano mayor con un tono alegre.

—No lo hago por lástima o por burlarme de tí —comentó Tsuri, ya a unos pocos pasos del hombre de ojos rojos.

—¿Entonces por qué? —murmuró el albino mientras se daba la vuelta para quedar cara a cara con la muchacha de ojos onix.

—Porque tú... —Un ardor en la garganta la interrumpió, no quería perder su orgullo al admitirlo, pero tal vez podría valer la pena—. Porque tú me atraes —confesó mientras sus mejillas se pintaban de rojo y bajaba la mirada un poco enfadada consigo misma.

—Eso significa que...

—Que acepto ser tu esposa —balbuceó la castaña intentando tragar su orgullo, aunque le ardía el pecho por hacerlo—. Pero antes tendrás que invitarme a una cita, rata albina. —Se apresuró a decir mientras se daba la vuelta y agarraba el brazo de su hermano para marcharse— Ni se te ocurra volver a apostar con mi hermano, Hashirama —dijo amenazante, para apresurar su paso y desaparecer entre los arbustos del área verde.

—Tobirama, Tobirama, ¡Tobirama! —Hashirama elevó su voz al ver a su hermano pasmado y paralizado.

—Ella aceptó casarse conmigo —sonrió victorioso e ignorando a su hermano.

—Espera... ¿Eso significa que perdí la apuesta contra el mocoso de Hiruzen? —exclamó el Hokage horrorizado.

—Algún día quedarás en banca rota por ser tan imprudente en las apuestas —comentó Tobirama al mismo tiempo que abandonaba a su hermano que estaba abatido por su derrota.

—volví a perder contra ese niño... —murmuró para sí mismo con pesar.

One-Shots ||Naruto||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora