Capítulo 19

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Habían pasado casi dos meses desde que Jun Pyo había desaparecido dejándome solo un mensaje de texto que me decía que le esperara...

Le había escrito en más de cincuenta ocasiones y no había recibido ni una sola llamada o mensaje por su parte. Estaba cabreada... mucho.

Por otra parte, mi vida se había estabilizado un poco, había tenido muchísima suerte al volver de nuestra excursión a la nieve, mi jefe del restaurante me obligó a llevarle la cena a un abuelo cascarrabias que iba siempre al restaurante y ese día descubrí mi vocación. El viejo era médico y tenía una clínica para personas desfavorecidas, ese día hubo un parto y yo le ayudé, desde entonces había estado haciendo voluntariado allí tres días en semana, los únicos días que tenía disponibles. Una señora que visitaba mucho al doctor me había alquilado un pequeño espacio en una azotea a muy buen precio. Aquello fue como un milagro.

Ji Hoo estuvo todo el tiempo a mi lado como mi "bombero" personal, siempre que mi corazón dolía, él aparecía. Incluso me había enseñado técnicas de defensa personal ahora que iba a vivir sola eran muy prácticas, de hecho incluso había traído unos zapatos suyos para ponerlos en la entrada y que nadie sospechara que vivía sola. Por eso también pasaba mucho rato conmigo en casa.

Me desesperaba por no tener noticias del idiota de Jun Pyo y ya empezaba a cansarme de esperar y de recibir ese silencio por su parte.

Jun Pyo no había estado a mi lado cuando me enteré de que por culpa de mi lesión en el hombro ya no podría volver a nadar. Los chicos y Ga Eul me habían hecho una bonita y emotiva ceremonia de jubilación, pero él no había estado a mi lado... había pasado unos días bastante mal, pero me había refugiado en el voluntariado en el hospital.

Ese día lo estaba pasando peor, le había visto en las noticias tan feliz y contento que me había cabreado mucho. Ji Hoo vino a buscarme al salir del restaurante y no me pude contener más.

- ¿Habéis tenido vosotros noticias el payaso de Jun Pyo? – le pregunté mientras me acompañaban a mi casa.

- No, Woo Bin ha intentado hablar con él y nada, yo tampoco he tenido suerte – reconoció él.

- Yo no puedo dejar esto así – ambos entramos en mi casa que era una pequeña habitación en la azotea de un viejo edificio. Al menos era confortable y estaba limpia, los chicos y Ga Eul habían ayudado a asearlo y poner un papel bonito en las paredes. Había quedado muy acogedora.

- Es que no sé qué decirte... - dijo él sentándose en el suelo junto a mis mantas. Se había convertido en un hábito lo de pasar el tiempo en mi casa, pedíamos comida para la cena y pasábamos el rato hablando o viendo alguna película. Había veces que mi corazón revoloteaba por él como al principio ¿Era posible estar enamorada de dos hombres? Yo estaba casi segura que sí, que ese era mi caso, pero estaba con Jun Pyo, le había dado mi amor a aquel chico y jamás le traicionaría así. Yo tenía mis principios y por mucho que en algunas ocasiones pensará en Ji Hoo no podía hacerle eso... - ¿Qué piensas? – me preguntó dando unos golpes en el suelo a su lado para que me sentara.

- Estaba pensando en comer Jjamppong – mentí. Él saco el móvil y en menos de dos minutos lo había pedido. La verdad que la mayoría de las veces no me dejaba pagar, pero algunas veces conseguía adelantarme a él. No me gustaba que siempre invitará, por mucho dinero que tuviera.

- Hoy lanzan el capítulo del drama que estabas viendo ¿no? – preguntó poniendo la televisión.

Comimos mientras veíamos la televisión y ocurrió una escena en el drama que hizo que me decidiera a dar el primer paso.

- Voy a ir a verle – dije en voz alta – te regañé a ti para que fueras detrás de tu primer amor – le recordé – y yo ahora debo hacer lo mismo, necesito saber que ha pasado, necesito saber si sigue queriendo estar a mi lado, no quiero estar esperando en vano.

- Me parece genial... la verdad es que has tardado mucho en hacerlo, me parece que ha sido Woo Bin quien ha ganado la apuesta – confesó Ji Hoo.

- ¿Qué apuesta? – pregunté sorprendida.

- Habíamos apostado a ver cuánto tardarías en ir a Macao a patearle las pelotas a Jun Pyo – Ji Hoo cada vez hablaba más como yo. Estaba claro de que yo no era una buena influencia.

- Me parece increíble que hayáis apostado – no sabía si ofenderme o no.

- ¿Cuál era tu apuesta? – me pudo la curiosidad.

- Quince días, pensé que solo aguantarías dos semanas la verdad, me has sorprendido, nunca pensé que tuvieras tanta paciencia – le lancé un cojín y me lo tiró de vuelta. En un momento en el que intenté evitar que el cojín golpeara la mesa con los restos de comida caí sobre él. Mi corazón comenzó a latir con fuerza y ambos nos quedamos tumbados juntos más tiempo de lo normal.

- Lo siento – dije levantándome incomoda y seguramente más roja que un tomate. Él no estaba demasiado nervioso. Ji Hoo era un chico que aunque parecía muy tímido, en el fondo no lo era, se le veía sumiso, pero tampoco lo era realmente y conmigo se comportaba de forma más natural, era capaz de mentirme con la boca, pero no conseguía mentirme con los ojos.

- Tranquila, ha sido divertido – dijo riéndose con una picardía que pocas veces dejaba ver mientras mantenía esa fachada exterior tan bien construida y contenida.

- ¿Cuánto cuesta un billete a Macao? – pregunté cogiendo papel y boli para saber cuándo y cómo conseguir el dinero.

Fue una locura, pero los F3, como los llamaba ahora, nos habían ayudado a Ga Eul y a mí a vender un montón de dulces del restaurante y habíamos conseguido el dinero suficiente para el billete de avión y algunos gastos. Les estaba a todos muy agradecida, por fin iría a confrontar a Jun Pyo. No quería nada más que hablar con él, preguntarle qué había pasado, saber si seguía sintiendo lo mismo por mi... tenía miedo de la respuesta, si no me había contestado ni un solo mensaje en dos meses... tenía claro que algo muy importante había cambiado.

Yo no era una niñata idiota, sabía perfectamente que lo nuestro era muy difícil, su madre me había hecho mucho daño y había humillado a mi familia, estaba claro que nuestra relación no tenía futuro, pero a mí nunca me ha gustado pensar en el final de algo cuando lo comienzo.

Quizás no debería haber empezado aquella relación con Jun Pyo, estaba escrito su fracaso en todos sitios, pero me había dejado llevar, ya no había vuelta atrás.

Necesitaba saber si era yo la única que estaba esperando, necesitaba que él mismo me dijera en que situación nos encontrábamos. Era muy injusto que me dejara así. Sabía que había leído los mensajes, pero no se había dignado a mandar ninguno en respuesta y aquello sinceramente me cabreaba mucho. Al parecer era tendencia entre los coreanos hacer cosas así cuando quieren romper... allí en España hacer algo así lo menos que te puede ocasionar es un puñetazo o una patada en las pelotas. Las cosas hay que dejarlas claras siempre, lo que Jun Pyo estaba haciendo conmigo no era justo ni yo me lo merecía.

Boys Over Flowes New styleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora