El infarto

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El aliento escapó de su pecho, una agitación interna y esa sensación de vulnerabilidad total, como si alguna fuente mágica hubiera desconectado todos sus sentidos y bloqueado su mente, solo un pensamiento revolviendo su cabeza: Esos ojos.

Eran castaños sin embargo brillaban con una luz propia, eran vivos, profundos, analistas. Las gruesas y tupidas pestañas enmarcaban perfectamente el iris y sus cejas espesas perfectamente alineadas le recordaban de cierta manera a la hermosa esposa de Howard... Mierda, debía dejar de fantasear con esa mujer.

Se mordió el labio intentando verse casual, aquel extraño frunció el ceño. Mierda, de verdad era pésimo actuando.

"¿Sigues enojado por lo del Viernes?" la pregunta fue tan casual, su voz firme y su mirada era demasiado analista, ese extraño era más observador de lo que hubiera esperado, lo cual complicaba las cosas. Steve asintió estúpidamente, no podía ser descubierto tan rápido, se sentía demasiado presionado, no... esta era una misión y no fallaría por su culpa.

El extraño torció los ojos como un niño haciendo un berrinche, empujo molesto las sábanas blancas que lo cubrían, su pecho desnudo dejo ver una cicatriz atravesando su pecho, varios tatuajes en tinta negra adornando su piel morena clara, arqueo la espalda y cada musculo de su cuerpo se marcó, la luz natural del sol creando contrastes inigualables en su cuerpo. Steve tragó difícilmente.

¿Qué había hecho en su vida para despertar desnudo en la cama de un hombre tatuado 20 años mayor que él?

"No era nada grave Steve, creí que no te darías cuenta"

Steve no sabía de qué mierda estaba hablando aquel extraño, pero recordaba nítidamente las palabras de Howard "Sé tú mismo y sigue lo que entiendas que eres en ese momento" Así que Steve aun temblando internamente de nervios decidió jugársela.

"Yo siempre me doy cuenta de todo" lo dijo de una manera natural y por la amplia sonrisa de aquel hombre, dedujo que estaba jugando correctamente sus cartas.

"Casi de todo" el extraño dijo sonriendo y rodó en la cama hasta llegar a él, Steve sentía su aliento en su pierna. Tenía dos alternativas, quedarse y esperar que pasaría o huir bajo el pretexto más idiota.

"Te lo puedo compensar..." aquel hombre dijo y Steve sintió un cálido beso en su muslo, no. No podía pretender por más tiempo, al menos no cuando este extraño tenía tanta confianza con él, sintió un súbito sonrojo en sus mejillas y un nudo en la garganta.

"Iré por algo de desayunar" dijo en un murmullo e intentando no pensar tanto en lo incomodo de la situación se levantó rápido, tomando la primer ropa que encontró en una silla cercana, no puedo evitar observar como los ojos castaños lo seguían atentamente, salió de la enorme recamara casi corriendo.

"Jarvis, hay algo raro en Steve" el extraño aseguro con mirada deductiva.

"¿Le gustaría que lo analice?"

"Sí"

Steve duró demasiado tiempo en encontrar la escalera o el ascensor, iba vistiéndose mientras corría agitado entre los amplios salones y puentes de cristal que interconectaban la casa, la vista del océano envolviéndolos ¿Dónde estaba? Al encontrar las escaleras las bajo corriendo, abrochándose los botones de la camisa blanca que vestía, una mujer de mediana edad vestía un vestido negro y organizaba unos papeles en la mesa, la mujer de tez blanca y cabello rojizo lo volteo a ver extrañada.

"¿Se encuentra usted bien señor Rogers?" preguntó con un impecable formalismo y Steve sintió un vuelco en el estómago, "Señor" nadie jamás había usado esa palabra refiriéndose hacia él, había escuchado múltiples veces que se usaba, pero solo para referirse a gente poderosa, por ejemplo Howard. Tragó difícilmente y asintió, buscando algo desesperado la puerta de ingreso.

Regresiones [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora