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El papel marquilla era áspero bajo su tacto, el primer dibujo eran unos ojos sin rostros, estaban trazadas líneas rápidas pero calculadas en tinta china negra, la acuarela pigmentaba una mirada indómita y castaña, Peggy de solo verla sintió un brinco en el pecho, no sabía si realmente esos ojos eran reales o si Steve se los había inventado, inclusive a través del papel sentía que esa mirada la atravesaba, la hacía sentir incómoda, tenía un par de cejas espesas detalladas con un estilógrafo de un punto finísimo, el trabajo como siempre era impecable y la mirada le resultaba completamente desconocida.
Porque ella tenía ojos castaños pero estos no eran en lo mínimo parecidos a los de ella, no se parecían a los de nadie que conociera, a menos que.... Peggy rotó el cuaderno sobre sus piernas, sí, sí conocía a alguien con ojos parecidos, la misma forma almendrada y cejas espesas...
María.
María Stark.
Sintió una oleada de celos asfixiantes. Su mente comenzando a armar cientos de conclusiones erróneas en tiempo record, eso explicaría por qué Steve comenzó a frecuentarlos tanto, por qué inclusive se interesó por ver a María tocar el piano... Era tan obvio.
¿Cómo Howard aún no lo veía?
La rabia la agito y estaba a punto de dejar el cuaderno y salir a buscar a Steve con la clara intención de gritarle, sin embargo una voz interna le decía que debía calmarse, no armar conjeturas tan pronto, porque tal vez Steve ni siquiera había pensado en María, tal vez era un par de ojos de cualquier extraño visto en la calle, tal vez no era nada y todo estaba bien, sí, debía calmarse y darle la vuelta a la página, cerró los ojos y con su mano temblorosa debido al alcohol dio vuelta a la página.
No estaba lista para ver lo que seguía.
Era un boceto a lápiz, con sombras definidas en carboncillo de un hombre, un completo extraño rondando los 50 años sentado sobre el piso, recargado en un sillón con los pies descalzos y las rodillas en su pecho, un libro entre sus manos, su perfil era estético, nariz respingada, cejas espesas y cabello alborotado.
¿Quién era ese hombre?
Se veía natural y distraído y si Peggy no supiera que Steve solo dibujaba en el apartamento habría creído que lo había hecho en minutos con la mirada clavada en el hombre, no podía salir una persona con tanta serenidad de la mente de Steve. Además, ¿Por qué Steve dibujaría a un hombre?
Se mordió el labio y curiosa dio vuelta a la otra hoja, era el mismo hombre, solo que ahora dibujado a pura tinta, sostenía un vaso y veía hacía el frente de una manera indómita, Peggy reconoció los ojos enseguida, eran los mismos ojos de la primera página. Era el mismo hombre. El dibujo era sencillo y la sonrisa del extraño era encantadora, por no decir inclusive peligrosa.
Era fantástico ver como con un simple dibujo Steve podía plasmar personalidades, sí, sabía que era talentoso, pero jamás – ni siquiera cuando la dibujaba a ella – había contemplado dibujos tan vibrantes.
Siguió hojeando el cuaderno, eran puros bosquejos del mismo hombre, algunos incompletos, algunos tachados, algunos magistralmente acabados. Ninguno decía demasiado, eran acciones cotidianas llevadas a cabo por el mismo individuo, en algunas solo estaba de espalda en un sillón, en otras recargado contra la pared con su mano en el cabello, otros más eran de él en la cocina, a veces con un sartén, a veces sentado comiendo.
Eran extremadamente cotidianos y domésticos.
Peggy se sintió más confundida que antes de abrir el cuaderno.
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Regresiones [Stony]
عشوائيLa segunda guerra mundial había sido ganada, Steve Rogers llevaba la vida tranquila y honorable que cualquier Capitán héroe de guerra llevaría, a punto de desposar a su novia por más de 2 años; Peggy Carter, acostumbrabo a BBQS los sábados en casa d...