Capítulo 10

80 13 6
                                    

•°¯'•• .... ••´¯°•

–Entonces ¿Te gusta de verdad?–me contestaba Marinette emocionada.
Adrien y ella habían venido de visita por un trabajo con su padre, justo en este momento él se había marchado a una sesión dejándome con el duende.

No sabía cómo lo había hecho pero de alguna forma me había obligado a revelarle el mayor secreto que tenía.
Mi amor hacia Bridgette.

–No lo digas tan fuerte– le dije irritado, pero ella solo se soltó a reír.

–¿Por qué no se lo dices? Es más que obvio que ella también siente lo mismo por ti–se sentó en la silla de mi escritorio, dando vueltas una y otra vez.

–Lo sé, pero no puedo.

–¿Por tu mamá?–se detuvo de inmediato con expresión de enfado–. Que importa, tú la quieres así que ella entenderá.

–De verdad vives en una novela, las cosas no son tan fáciles duendecilla.

–Tú las complicas, parece que todo lo complicas–su arrogante sonrisa solo me hacía enfadar más, de verdad fue una mala idea contarle–por ejemplo, toda esa imagen de chico malo solo te complica la situación, tú no eres así.

–¿Cómo lo sabes?

–Solo lo sé. Por ejemplo, tal vez Adrien no se da cuenta, pero sé que te importa mucho su bienestar.

–No se lo digas, es divertido molestar al arrogante de Agreste con mi presencia–Marinette soltó pequeñas carcajadas.

–Él no es arrogante pero no sé lo dire, será nuestro secreto–realizo una divertida expresión, fingiendo cerrar sus labios con uno de sus dedos. De verdad parecía una niña–.Nadie sabrá jamás que tienes corazón.

•°¯'•• .... ••´¯°•

-¿Marinette?-le pregunté a la pobre joven que me veía con sus mejillas ruborizadas. Estaba mojada de pies a cabeza, su corto cabello azulado se pegaba a su rostro.

-Necesitaba salir de ese pequeño cuarto que me estaba asfixiando–Se cruzó de brazos frente a mí, mientras yo abría el gran portón que se cerró debido a la interrupción–. Y como estoy en una gran ciudad que apenas conozco, no sabía a donde más ir.

–Sabes que puedes venir cuando quieras duendecillo–ella se recargó con pesadez en el barandal, dejando que su rostro se llenará de gotas de lluvia–. Parece que a alguien no le importa morir por un resfriado.

–Tikki mejoro muchas de mis habilidades, una de ella fue mi resistencia–la mire con extrañeza, ella con tono aburrido agregó–. Significa que no me enfermo tan sencillo, creo que no he tenido un resfriado en años... O bueno al menos en mi antigua historia, odio ese desastre mental.

–Te entiendo perfectamente–Cuando la puerta se abrió extendí mi brazo para indicarle que pasara y le coloque mi chaqueta, al menos la abrigaría un poco–. No correré el riesgo, no seré el culpable de tu prematura muerte.

–No quiero molestarte–me decía ella en tono triste.

–No lo haces–dije con seguridad, brindándole una confiada sonrisa. Ella cerro sus ojos y lanzo un suspiro antes de entrar.

Caminamos por el jardín a toda velocidad, pasando por el pequeño puente de mármol que nos llevaba a la entrada.

Llegamos a la puerta, las luces estaban completamente apagadas, incluso las exteriores, lo que dejaba todo en penumbras.

Félix (Chat Blanc Secuela) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora