Capítulo 3

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Travis era un pelirrojo fastidioso que estaba en mi clase de historia; estaba en el equipo de natación, el mejor equipo de las competencias universitarias, así que todos lo conocían por eso.

En mi opinión solo era un engreído con personalidad aburrida y solo lo necesario de inteligencia para sobrevivir.

Si, lo sé

Tal vez solo hablaban los celos de que él podía estar con Bridgette pero tenía que sacarlo de alguna forma.

Sentí la mirada azul sobre mí por un instante y mi corazón empezó a palpitar con gran fuerza, eso pasaba cada vez que ella demostraba alguna atención sobre mí.
O incluso como en esta ocasión que mostraba que para ella al menos existía.

A veces hasta yo empezaba a dudarlo.

Su indiferencia era tan grande que al mirarla fijamente, ella bajo la mirada de inmediato. La desilusión me abarcó aún más, casi como la lluvia que había empezado a desatarse a mis espaldas.

Tormenta y desastre se agregaba a mi estado de ánimo y de repente ya no quería estar aquí.
Tome mis cosas y lleve mi charola de comida para dejarla en el contenedor intacta.

Salí por la puerta y sentí la lluvia empezando a mojar mi ropa, honestamente ya no importaba solo quería alejarme de este lugar.
Camine sin detenerme, pase la salida de la universidad y llegué a la calle, justo en frente del pequeño parque.

Por el clima no había nadie así que me parecía el lugar perfecto, me adentre entre los árboles y cuando me sentí lo suficientemente lejos me deje caer en la banca que estaba a mi costado.

La lluvia cayó sobre todo mi rostro, brindándome una sensación de alivio y paz que jamás había imaginado.

Me tiré en la banca con cansancio, sabía que aún tenía que llegar a la casa y que mi madre estaría desesperada llamándome por teléfono en un par de horas pero no quería.

Estaba cansado, no podía dormir recordando y añorando aquella época en la que no lo había arruinado por completo.

Ya ni siquiera sabía que era real o no, mi mente estaba en completa confusión. Recuerdos se cruzaban en mi cabeza y era casi imposible reconocer a qué realidad pertenecieron.

Imagen la cantidad de miradas extrañadas y compasivas que tenía sobre mí, ya no solo era el solitario Félix, ahora también era el que había perdido la cabeza.

Mi teléfono vibró pero no conteste, no importaba cuanto lo hacía, yo simplemente lo dejaba sonar.

Un grito a lo lejos me saco de mi autocompasión, me puse de inmediato de pie y al girar mi rostro para ubicar de dónde provenía el ruido pude ver a una pequeña niña a la mitad de la calle.

La lluvia estaba cayendo en montones, tanto que creía que ni siquiera el automóvil que pasaba a toda velocidad lograría ver a la niña que se encontraba enfrente.

Sin pensar las cosas me lancé hacia ella, no sabía de dónde había sacado la energía pero en segundos llegué a ella y la cargue con mis brazos para alejarla del lugar.

El conductor nos lanzó una advertencia con su claxon que se escuchó a lo lejos, tome aire con respiraciones profundas para recuperarme de lo que acaba de pasar.

¡Casi muero ahí!

Fue lo primero que surgió en mi cabeza al darme un respiro, me senté en la banqueta y me gire a ver a la niña, debía asegurarme que estaba bien.

Es decir, si yo sentía mi corazón palpitar al por mayor y estaba a punto de entrar en crisis, no me imagino a la pobre.

-¿Estás bien?- le pregunté con voz entrecortada; al no recibir respuesta de su parte me giré a verla con preocupación, tal vez ni siquiera podía hablar.
Sin embargo mi sorpresa fue mayor al darme cuenta de que no había nadie atrás de mí.

La calle estaba vacía, solo podía escuchar las gotas de lluvia cayendo con gran furia sobre mí, mojando el chaleco negro que traía puesto y volviéndose solo una masa enorme que colgaba de mi hombro.

Perfecto, solo se fue corriendo.
Eso me gano por hacerla de salvador,  no es lo mío.

Baje la vista al piso, burlándome de mi desgracia al ver mis zapatos hechos un desastre, estaban sumergidos en el agua y estaba seguro de que después de eso no los podría volver a usar.

Coloqué mis manos hacia atrás y recargué todo el peso en ellos, un dolor en mi mano izquierda me hizo alejar mi mano de inmediato.
Con extrañeza la mire y descubrí el causante, un extraño dije se había incrustado en mi piel cuando recargue mi mano.

La quite de inmediato y la observé con detenimiento, tenía una forma extraña ni siquiera podía describirlo, ya que no se parecía a nada que antes hubiera visto.

De él colgaba una delgada cadena plateada, parecía ser un material muy resistente a pesar de su tamaño.
Con mi otra mano la jale y así pude observarla mejor, tenía un broche en la parte inferior y por el tamaño parecía ser del tamaño de una pulsera.

Parece que después de todo, la niña si me habían dejado algo de agradecimiento.

Considere guardarla en mi mochila pero sabía que era una mala idea, era lindo a su manera pero no parecía tener ningún valor así que estaba seguro de que si alguien lo encontraba no duraría en tirarlo.

Me lo coloque en la muñeca, ajustando el broche a mi tamaño para evitar que se resbalara.
En cuanto lo puse, cambio de color. Se volvió blanco con un gran destello, jamás había visto esa pureza en el color.

Un ruido extraño, parecido al canto de un ave, surgió de la pulsera y un curioso ser apareció frente a mis ojos, ya había visto eso antes.

Hace tiempo había visto como Plagg, el pequeño ratón de Adrien, se aparecía al colocar el anillo.

Este era diferente, parecía una hermosa ave blanca que dejaba destellos dorados cada vez que movía las alas. Unos grandes ojos amarillos contrarrestaban con sus blancas plumas.

Me miró fijamente y con una sonrisa de serenidad, agregó.

- Hola, me llamo owl. Tú debes ser mi nuevo portador-me quedé en silencio por una eternidad antes de empezar a reírme a carcajadas.

Debía estar soñando, si es la única explicación.

El pequeño ser me miraba indagante, esperaba una reacción mía muy diferente al parecer.
Pero vamos, hace años había renunciado a Plagg por no querer estar involucrado y ahora volvía a mi otra oportunidad, sin más.

El mundo si que hacia cosas inexplicables.

-¿Yo soy tu portador?- contesté con sarcasmo, me gané una buena mirada de enfado de su parte pero no me importaba.

-Así es, te puedo brindar...

-Poderes inimaginable, blah blah ...- lo interrumpí con alegría.- ya lo sé, sé cómo funciona esto.

-Entiendo, para activarme tienes decir " owl, extiende las alas"

-¿Owl, extiende las alas? - repetí esa frase en tono burlón pero nada me preparo para lo que se venía.

Una luz dorada empezó a emerger de él, me levanté asustado y con desesperación por quitarlo pero era imposible, parecía que se había ajustado a mi piel.

Mire hacia mis manos, aceptando lo que viniera.

Félix (Chat Blanc Secuela) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora