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LAS NUBES COMENZABAN a dar un paseo bajo el sol y sobre las copas de los árboles, ocultaban cada diez segundos los diminutos rayos de sol que luchaban por adornar el enorme bosque a sus pies, se mezclaron los sonidos de la naturaleza y de cada ave...

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LAS NUBES COMENZABAN a dar un paseo bajo el sol y sobre las copas de los árboles, ocultaban cada diez segundos los diminutos rayos de sol que luchaban por adornar el enorme bosque a sus pies, se mezclaron los sonidos de la naturaleza y de cada ave que cantaba en lo más alto de los árboles, pero estos se veían interrumpidos al oír el galope de un caballo, y aterrorizados extendían sus alas para escapar de cualquier peligro. Dahlia no era ningún peligro para los animales, pero su ceño fruncido a veces espantaba a los niños pequeños. El trayecto de la fémina iba totalmente tranquilo hasta el momento que incluso lograba divisar a lo lejos una diminuta salida hasta Gramaire, diminuta producto de la distancia entre Dahlia y la salida del bosque. Su mente la mantenía ocupada en mantenerse serena ante la Bruja Sangre de Lobo al momento de encontrarse frente a frente y claramente como recuperar aquella espada que se convertía en una pesadilla, sin embargo el sonido del bosque se volvió en un absoluto silencio preocupando a la castaña quien tiró de las riendas para que el caballo disminuya la velocidad hasta detenerse en medio del camino y bajar del animal con sumo cuidado.

No era posible que ni los cascos de caballo no se escucharan luego de golpear con fuerza la tierra, eso se consideraría una alarma y señal de algún peligro, pero todo se tornó mucho más confuso cuando se distorsionó el bosque para Dahlia, se comenzaba a sentir mareada y que el aire le faltaba, pero todo al su alrededor comenzó a detenerse hasta pasar lentamente cualquier insecto frente a sus ojos. Ella sostuvo su espada en alto al momento que la quitó de su propia espalda, intentó enfocar su vista una y otra vez, el aire le seguía faltando y eso la alertó más hasta escuchar una aguda voz, era como si su conciencia comenzara a hablar a su alrededor, solo que la voz parecía venir de todas las direcciones.

La verdadera guerra...está por comenzar...Inefables y Paladines morirán...pero tu deberás escoger.—el eco de las palabras reinaron hasta que la voz volvió a hablar.— El corazón te puede cegar.

— ¿Quién está ahí? — preguntó al aire girando sobre su propio eje entrecerrando sus ojos.

Mucha sangre se va a derramar.— La voz comenzaba a repetir lo mismo sin parar, pero cada vez disminuía hasta casi perderse en el bosque.

Los inefables traen mala suerte.— esta vez la voz se tornó grave, tal como la reconocida voz del guerrero Viggo.

La castaña confundida ante la situación y con la vista aún borrosa cayó de rodillas sobre el suelo tosiendo en busca de oxígeno como si acabara de salir del fondo del mar, pero ahora no escupía agua, al contrario, escupía nada. Puso una mano sobre su pecho desesperada por respirar, podría jurar que se sentía que los minutos pasaban lentos, pero apenas duró menos de un minuto en cuanto el aire pasó a sus pulmones provocando que la castaña inhalara todo el oxígeno que pudiera. El caballo se inclinó frente a ella para olfatearla y empujar con suavidad con su propia nariz la frente de la castaña, alzó su mirada al animal y acarició su nariz con la mano derecha al mismo tiempo que se colocaba de pie con muchísima dificultad que incluso el caballo continuó empujando con su nariz para que la fémina se mantuviera de pie.

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