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LA INTRANQUILIDAD IRRUMPIÓ en Gramaire, especialmente en el hombre nórdico que observaba la entrada de aquel poblado. Se preguntó un par de veces como es que llegó allí con los inefables cuando no era su pelea acerca de lo sucedido, excepto aquellos sucesos ocurridos tiempo atrás cuando Viggo aún cabalgaba con agilidad. Decidió por saber si Dahlia estaba diciendo la verdad y terminaría siendo quemada o de la forma que sea asesinada por los paladines, mientras que caminaba entre los pueblerinos. Nunca tuvo una buena relación con los sacerdotes cuando visitaba Puente Halcón, siempre le cuestionaban sus propias creencias y eso a Viggo lo frustraba, pero otras cosas llevaron a un problema mayor con uno de los paladines rojos. A pesar de eso, Viggo se montó en su caballo para saber si Dahlia se encontraba bien, cabalgó rápido hasta el campamento dejando Gramaire atrás sin avisar a su hijo, pero no tuvo mucho en cuenta que paladines cuidaban el campamento desde el interior del bosque. El hombre nórdico no se esperó ningún tipo de ataque hasta estar muy cerca del campamento, sin embargo cambió de parecer cuando esquivó una flecha con agilidad y detuvo el caballo bajando de un salto para ocultarse de sus atacantes.
Buscó su hacha para lanzarla contra la cabeza que identificó tras un árbol, pero alguien se le adelantó golpeándolo por la espalda, aquel golpe hizo que Viggo pierda por unos segundos el ingreso de oxígeno a sus pulmones, y sin que eso le impidiera defenderse se giró para impedir algún otro golpe por parte de su atacante, pero parecía que el paladín fue más rápido cuándo nuevamente aturdió al vikingo con un solo golpe contra la altura del estómago. De entre los matorrales aparecieron dos paladines que se apresuraron en ir hasta el nórdico que se mantenía tendido en el suelo, colocaron de pie a Viggo sosteniéndolo con fuerza y como un prisionero lo llevaron por un sendero hasta el campamento.
Viggo rió irónico y cansado dándose cuenta el error que cometió al acercarse al campamento de los Paladines Rojos. El hombre arrastraba sus pies gracias a la forma que los hombres de rojo lo llevaban hasta la entrada del varias tiendas blancas juntas una a otras, miró el lugar aún aturdido por el golpe que casi lo hace devolver la comida de su estómago hacia el exterior, notó como la mayoría de paladines lo reconocían al instante. No demostró miedo, al contrario saludaba con una ardua y molesta sonrisa que sacaban de casillas a los hombres y jóvenes paladines.
Los Paladines Rojos que sostenían al vikingo terminaron por arrogarlo al suelo frente a uno de los sacerdotes que mantenían reuniones con el padre Carden captando aún más la atención del resto de paladines. Viggo rápidamente se puso de pie para hacer una burlona reverencia y hacer la señal de la cruz en el sacerdote pensando de manera irónica de que así se saludaban entre paladines, ese gesto solo hizo molestar a los presentes queriendo golpearlo allí mismo, pero en cuanto el Monje que llora se acercó al alboroto haciendo que todos guarden silencio como si el mismo Papa estuviera presente.
— ¿Qué está pasando? — Lancelot quizo saber mirando con su entrecejo fruncido al sacerdote frente a él y luego a Viggo quien sonrió burlón.
