7. El nieto de Esmeralda

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Thomas' POV

Cuando ella cerró la puerta, me quedé esperando unos minutos antes de por fin poner en marcha el auto hacia la librería a buscar a mi abuela.

En el camino pensé en lo que había pasado. No sabía que pensar acerca del sujeto y de lo que pudo haberle hecho a Amelia si yo no hubiese llegado en ese momento.

Ella en verdad se veía afectada cuando me volteé a ver como se encontraba, estaba en shock y solo reaccionó cuando la abracé. Pero en ese momento yo no pensé las consecuencias que podría tener ese simple abrazo, solo quería hacerla sentir segura y protegida.

Y no me arrepiento. Porque en el momento en que sus brazos me rodearon con desesperación, todo lo demás desapareció a mi alrededor.

Pude sentir su perfume y noté que ella estaba temblando y que sus manos estaban frías y sudadas. Pero eso no me importaba.

Siempre y cuando ella se sintiera a salvo, lo haría otra vez.

Llegué a la librería y las luces estaban apagadas, pero sabía que mi abuela se encontraba adentro así que fui a buscarla. Efectivamente ella se encontraba en la parte de las estanterías acomodando unos libros que se encontraban fuera de lugar.

-Deja eso, ya estas mayor para subirte a una escalera. No quiero que te pase lo mismo que a Amelia- La sostuve mientras ella bajaba cuidadosamente.

-Lo sé Thomas, solo tenía que arreglar ese libro- Me señaló el libro – Ahora ya termine así que podemos irnos.

Buscó su cartera y luego cerramos las puertas de la librería.

-Abuela cuéntame de la empleada nueva- Le dije como quien no quiere la cosa mientras íbamos camino a su casa.

-¿Te interesa de alguna manera Thomas?- su mirada picara se posó en mí y juro que un leve rubor cubrió mis mejillas por unos instantes.

-No es eso- Aclaré mi garganta. –Es solo que la veo muy joven para que esté trabajando en una librería.

Buena esa, Thomas.

-Ya sabes que estoy muy vieja, hijo. No es como antes, mis articulaciones ya me están pasando factura el estar tantos años moviéndome de un lado hacia otro. Y mi espalda no quiere ayudarme en nada, me canso muy rápido y no llevo el mismo ritmo. A veces hasta se me olvidan las cosas que estoy haciendo- Me sonrió un momento.

-Ella vino un día a buscar el trabajo porque vió el cartel afuera. Yo necesitaba a alguien enérgico y atento con los clientes y ella es perfecta para eso. Es carismática y su manera de tratar a las personas, y sobre todo los niños, no la tiene ninguna otra. Dudo que otra mujer pueda ser tan especial como ella ¿No crees?- Me miro con suspicacia.

¡Vaya que lo creo!

-Tienes razón abuela. Ella es muy movediza- Ella me miro extrañamente.

¿Movediza Thomas? Que gran adjetivo que le pones a la mujer que te quita el sueño.

-Quiero decir que se mueve mucho- Reí.

-Claro, se mueve mucho- Siguió mirándome de manera extraña hasta que llegamos a casa.

Mi abuela vivía a solo 10 minutos de la librería si íbamos en carro, así que no nos llevaba mucho tiempo ir hacia allí.

-¡CAMPEÓN!- escuché una voz y luego unos brazos me rodearon fuertemente.

-¡Abuelo!- Le devolví el abrazo.

Mi abuelo era extremadamente serio en todo momento. Había sido militar y llevaba en su cerebro incrustado el modo severo para todos. Excepto para mí.

AmeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora