Amelia's POV
-¿Tu madre no se molestará si yo me quedo esta noche?- Me preguntó Thomas mientras observábamos a Lucy durmiendo tranquilamente en mi cama.
-No habrá problemas. Ella hoy tiene guardia y, aunque no la tuviese, igual te aceptaría- Le sonreí porque sabía que mi madre estaría encantada de tener a Thomas todo el tiempo que fuese suficiente con ella.
Creo que estaba completamente enamorada de Thomas, desde que él se apareció por primera vez aquí en mi casa con ese regalo, no paraba de decir lo guapo que era, lo caballeroso y gentil que se portaba conmigo y una larga lista de adjetivos calificativos que podrías conseguir si buscas en internet "Cualidades del Hombre Perfecto".
Siempre la escuchaba hablando de que muy pocas veces consigues un hombre con la talla de Thomas y que no debería esperar mucho para comenzar a salir con él porque podría cansarse de estar detrás de mi e irse.
Bla bla bla.
Ya le había dejado en claro que yo solo lo podía ver como un amigo. Y que aunque yo quisiera Salir con él, no creía que él se fuese a fijar en una persona tan sencilla como yo cuando podría tener a cualquiera que él quisiera solo con chasquear los dedos.
-¿Por qué será que, siempre que estoy aquí un poco tarde, tu madre no está? ¿No será que me estas mintiendo en eso del permiso?- Otra vez colocaba esa mirada de Yo-se-algo-que-tu-no junto con la sonrisa calculadora de Lo-tengo-todo-controlado.
-No estoy mintiendo Thomas- Lo miré fijamente y el me mantuvo la mirada durante unos segundos antes de apartarla porque Lucy había hecho un sonidito de bebé.
Nos quedamos mirándola fijamente en caso de que decidiera despertarse, pero ella lo único que hizo fue darse la vuelta en la cama y quedar cerca de la almohada que le había colocado como muralla de protección.
-Creo que será mejor que bajemos para que te acomodes- Le dije y tome mis muletas que se encontraban reposando al lado de la cama. Después comencé a caminar a mi paso hacia el pasillo para poder llegar a las escaleras.
-Yo te ayudo- Thomas se encontraba detrás de mi, tenía una mano extendida hacia mis muletas y me hizo un gesto para que se las entregara. Yo lo pensé durante unos segundos antes de hacerlo, porque en realidad era muy incómodo y difícil bajar las escaleras con las muletillas. Tenías que estar pendiente de la baranda, de tus pies, y de que las muletas no se resbalaran en los escalones porque entonces, caerías sin ningún remedio escaleras abajo.
Thomas colocó las muletas de manera que quedaran recostadas en la pared más cercana a las escaleras y caminó hacia mi, colocó una mano bajo mis rodillas y la otra detrás de mi espalda para tomarme en sus brazos y bajar rápidamente las escaleras.
No pareciera como si yo le pesara algo, el solo iba viendo los escalones para no resbalar ninguno, y yo lo miraba detenidamente.
Es hermoso.
No pude evitar que alguna parte de mi subconsciente me gritara lo hermoso que era Thomas. Sus rasgos masculinos hacían de su rostro una completa obra de arte de la cual no podías quitar tus ojos, su cabello se veía tan suave y delicado que provocaba tocarlo con tus dedos y no quitarlos de allí hasta que se te entumecieran. Y sus labios.
Oh que labios.
Eran como un dulce que te llama para que lo pruebes, pero el cual no puedes tomar porque tus padres te prohíben comer caramelos. Sabes que esta allí, pero no puedes tomarlo.
Porque sabes que una vez que lo pruebes, no podrás dejar de comer.
Cuando llegamos al final de las escaleras, Thomas se detuvo un momento y luego caminó hasta el sofá para colocarme cuidadosamente sentada. Luego fue por las muletas que se encontraban arriba y rápidamente bajo para dejarlas a mi lado.
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Amelia
Romance-¡ES QUE YA NO SE QUE HACER PARA QUE ME ENTIENDAS!- Me grito mientras se llevaba las manos a su cabeza y se pasaba las manos desesperadamente por el cabello. -Amelia, por favor escúchame. No puedo imaginar que hacer en mi vida sin ti allí para guiar...