23. Un final satisfactorio

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La tarde pasa y no recibo ningùn otro mensaje.

-Pola baja a cenar.

Mamà me habla, frìa y cortante.

-Ya.

Bajo y veo que nadie està sentado, aùn asì, voy a sentarme en la misma silla de siempre.

-¿Y la comida?, ni el mantel està puesto.

-¿Y crees que soy tu sirvienta?, pònlo tù.

-Ahg.

Pòngo todas las cosas y sirvo el tè, pero aùn nadie baja a cenar.

-¡Bajen flojos incompetentes!.

Grito desde abajo, siento como todas las puertas se abren y los pasos se aproximan a mi.

-¿Què te pasa?, histèrica.

-Parecìas loca.

-Ya càllate y sirve el pan.

Todos me regañan, papà y mis dos hermanos; me entra la rabia y les boto el pan en la mesa, les tiro la azucar y les lanzo las cucharas.

-¡Pola!.

Mamà se levanta de la mesa enojada, viene hacia mi con su cuchara de palo.

-¡Te fuiste afuera!.

-¿Para què?.

-Vete afuera Pola, vamos anda.

Me pega en el trasero con su cuchara, cuando salgo, cierra con pestillo y bota la llave en la chimenea, veo como se mete en el fuego, y las llamas se alzan.

Me voy de la casa, salgo a recorrer un rato para despejarme. Paso por la antigua casa de William, afuera hay una señora, regando las antiguas plantas, y recogiendo unas semillas del piso.

-¿Disculpa?, jovencita, ¿puedes sacarme estas plantas?.

La señora me mira con cara de esperanza.

-Està bien.

Comienzo a ayudarla a sacar aquellas plantas, pero puedo notar que es una enorme plantaciòn, y no de cualquier planta, de marihuana, frutilla y cocaina. ¡¿Què?!, ¿William era un narcotraficante?, ¿a eso se referìa con la nota?.

Me hago la desentendida y saco las grandes cantidades de estas plantas del jardìn de la señora, las echo en una gran bolsa y las boto en un enorme contenedor.

Vuelvo a casa y aùn no me abren la puerta, pero saco mi celular y comienzo a abrir mis mensajes, y està en el momento especial, William està conectado.

"¿Quièn eres?, estùpido narcotraficante."

"Intentè decìrtelo de alguna manera, debìa completar el trabajo de mi padre."

"Eres solo un niño, te pueden meter a la carcel."

" De hecho, me andan buscando, esa tambièn es una razòn de ida.

Oye, tengo que hablar contigo"

"No, mala junta"

"Igual me amas"

"Si es verdad

No* estùpido autocorrector"

"Ah, ¿sabes què?, estoy harto de tener que soportarte, ahì quedaron tù y tus promesas".

"Ya que"

Las làgrimas me caen como catarata, mamà abre la puerta, no digo nada y solo paso y subo a mi pieza, vuelvo a prepararme para otro dìa de lo mismo, levantarse temprano e ir a oìr a mucha gente hablar de cosas que debo aprender.

Él, menor que yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora