1. ¿Los ángeles están cayendo?

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Despierto con el sonido de mi despertador, extiendo una mano para golpear el botón de apagado, mientras abro los ojos, apenas los puedo abrir, tengo la lengua seca, mi cara se ha adherido a mi brazo, mientras me despego, comienzo a deslizarme por el costado de mi cama, hasta caer en la alfombra pequeña, allí estaba Rocklet, mi perro, duerme plácidamente, su espalda se infla, y vuelve a caer.

Me dirijo hacia la bañera, el agua caliente se ha cortado, cañería rota nuevamente, como puedo me meto al agua, salgo tiritando, me pongo el uniforme, y preparo un pan y un té, mi hermano me tira el bolso en la cabeza mientras come cereal, se ríe, mientras se atraganta con las hojuelas de cereal. Mamá comienza a sacar el auto, vamos atrasados, de nuevo. Faltan dos minutos para alcanzar a entrar, nos subimos rápido y vamos lo más adrenalínico posible, empiezan a cerrar la puerta, corro tan rápido para poder chocar contra el vidrio de la entrada principal, mis mejillas se marcaron en la ventana, caigo sentada en el frío pavimento, mientras Eduardo, mi hermano se ríe de mi épica chocada, él abre la puerta y entra, ¿tan simple era?.

Llego atrasada a la clase de historia, doy tres golpecitos a la puerta azul y espero a que me abran. Al no recibir respuesta comienzo a golpear cada vez más fuerte, hasta que la miss con rabia abre, y yo sigo golpeando. -Lo lamento miss- dije, mientras procedí a sentarme. No había silla, y tuve que empezar por cursos a pedir una, nadie tenía, me senté en el piso, estaba helado y sucio, pero me senté. Después de dos horas de materia y más historia, la campana sonó, el dulce sonar de la libertad.

Con mi jugo listo salí de la sala, junto a Antonia, Andrea y Rocío, fuimos a la pequeña reja que dividía los dos patios, el lugar típico de cada día.

¿Y cómo te va con el olvido del innombrable?-dice Antonia, mientras come un brownie.

Cada día es un nuevo empezar.-respondo, tomando un pequeño sorbo de mi jugo de piña.

Ahí viene, desubicada no te vayas a atorar-me dice Andrea, mientras yo fijo la mirada en el rubio que trataba de olvidar.

Comienzo a reirme sola, mientras el jugo en mi garganta hace que me trapique, los ojos me lloran, entre risas, toses secas y su mirada en mi, yo muriendo de verguenza me hago la muerta, Rocío suelta una risa de ardilla aguda, el rubio acaba de irse y yo recién comienzo a recuperar el aliento.

Ay Pola, que desubicada-me dice Andrea subiendose las calcetas azules.

Mi recuerdo hacia él vuelve en un santiamén, todas las miradas y sonrisas por su presencia vuelven a mi recuerdo, pero no digo nada. La agria campana suena para entrar a clases nuevamente, apenas me puedo parar, es el sueño de las mañanas nada más. Acompaño a Andrea al baño, mientras Antonia y Rocío van a guardar un puesto en la sala de computación.

¿Notaste que ahora se fijo en ti?, soltó una pequeña risa disimulada, ¿lo hás olvidado enserio Pola?-dice Andrea mirándose al espejo.

Si lo noté, se fijó en mi presencia de la peor manera, trapicada y llena de risas convulsivas.-

Respóndeme Pola, ¿lo olvidaste?-me vuelve a preguntar.

Estoy en proceso desubicada, cálmate y vamos.-digo riéndome.

Subimos y siento que me falta algo, ¿y mi jugo?, me pregunto, ¡mi jugo!, se me ha olvidado el jugo mientras me trapiqué, buena esa Pola, pienso. Lo peor es que apenas había tomado, estaba lleno, mi jugo de las mañanas. Bueno, era.-volví a pensar, cuando alguien se asoma ante la puerta, un niño de estatura media alta, guapo, sonrió al asomarse y sus ojos me iluminaron por completo.

Oye tú, ven.-me dice a mi, mientras que yo lo miraba con una cara de "te deseo".

Pola, te llaman.-Dice Antonia.

¿Ah?, oh si.-digo parándome de mi silla, sonriendo de oreja a oreja y dirijiéndome hacia el chico de la puerta.

¿Esto es tuyo?.-me dice enseñándome la cajita de jugo de piña.

¡Mi jugo!, si, es mio, gracias, ya lo extrañaba.-le digo sin pensarlo mucho, sentía que miles de parásitos que recorrían mi estómago, eso hace que me ría sin pensarlo.

¿Extrañabas un jugo de piña?, jaja, ¿no te molesta si me tomé un pequeño sorbo verdad?.-dice bromista.

Es que, es mi jugo del alma. ¿Tomaste?, no importa, el jugo es para tomar.-en eso se me escapa una risa convulsionista nerviosa, no podía parar, el chico me miraba con cara de que estoy loca o algo peor.

Hey, los tortolitos de la puerta, dejen de chacharear y vayan a trabajar.-grita la miss desde su asiento, y todos sueltan un grito.

Bueno, adiós niña del jugo.-me dice sonriendo, sus perlas eran de blanco nieve.

Adios, amor.-pienso, mientras miro como se aleja. 

¿Estás bien?.-se me acerca Rocío.

¿Qué?, ah si, si, volvamos al puesto.-digo riéndome cada vez más nerviosa.

¡Reunión!.-grita Antonia.

¿Qué paso allá Pola?.-dice Andrea.

Él, jugo, yo, lo amé, amor, flechada.-no pude decir más que palabras sin sentido.

Parece que se enamoró.-dice Andrea riéndose. Yo acierto con la cabeza y otra risa.

¿De qué curso era?.-me pregunta Antonia.

Creo que es de este patio, se veía bastante alto y mayor.-

Quería que tocaran la deliciosa campana, para poder encontrarlo, es como si los ángeles se estuvieran cayendo, y está bien, porque me mandaron al más lindo de todos. Luego de una inquieta espera la delicia de la campana sonó, disparada por las escaleras lo fuimos a encontrar, por todo el patio de los cursos mayores, por cancha, sala, baño y parque lo buscamos, no hubo resultado, ¿dónde te escondes ángel mio?, pienso, algo inquieta y nerviosa, aún la risa perdura en mi. Luego del intento fallido de encuentro fuimos a sentarnos nuevamente a la reja, yo acariciaba mi jugo de piña como mi último recuerdo de hace dos horas atrás. Fuimos a recorrer el patio de los cursos menores a escondidas, no nos dejan acceder a ese lado. Algo desdichada recorrimos el patio y nos sentamos frente a unas escaleras del gimnasio. Estaban jugando un partido entre cursos, no me concentré en mirar hacia la cancha, solo recordar aquel preciso momento, donde tu apareciste en mis ojos.

De un momento a otro algo golpeó mi cara, lo último que recuerdo fué que una pelota rebotó en mi, y caí de espaldas. Comienzo a abrir los ojos, como si fuera una nueva mañana, veo muchas cabezas y ojos mirándome, junto a mi me miraba un chico que destacaba, mientras mi vista se aclaraba pude oír un: "¿Estás bien?", cuando mi vista se aclara puedo verlo, es él, el chico que me entregó el jugo, una sonrisa comienza a nacer de mis labios.

Mejor que núnca.- respondo, soltando una sonrisa.

Lamento por el pelotazo, niña del jugo de piña.-dice riendo.

No tienes porque lamentarte, yo soy quien lo siente.-

¿Por qué lo lamentas tú?.-

Es una pena que a los ángeles los hagan bajar del cielo.-digo riendome, él me mira, sonríe, y miles de parásitos vuelven a correr en mi estómago. Me extiende una mano para pararme, todos cotillean a mi alrededor.

Debo volver a clases, adiós chica del jugo.-me dice tocándome la espalda y dándome una linda sonrisa. ¿Qué más puedo pedir?, simplemente, me flechó.

Alcanzo a distinguir a la sala que se dirige, Rocío, Antonia y Andrea me miran emocionadas, gritamos de emoción y vamos como si nada hubiera pasado a nuestro patio, ya nadie quedaba a nuestro alrededor, pasamos por el costado de su sala, puedo ver en que curso va, es menor que yo, mucho menor, pero no me interesa, ¿tres años?, pasan volando.

Vuelvo sonriendo a la sala, mis ojos brillan y la risa sale sin que lo note, tengo el mejor tesoro, sólo debo llevármelo.

Él, menor que yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora