Redfield.

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Gracias a unos milagrosos segundos, no fueron atrapados por esos hombres armados. Los cinco habían podido escapar por la ventana que finalmente cedió a su fuerza y se abrió.

En pánico, buscaban un lugar apropiado para esconderse o una ruta de escape segura (mientras los tacones de Nerea le resultaban dificultosos para cualquier tipo de movimiento que hiciera). Kie y Pope señalaron el gallinero, y antes de que Nerea corriera lejos de este, John B y JJ la obligaron a caminar y meterse en este sin importar los gritos que ella pegara. Los tipos cargaban cajas y objetos del padre de John B en la camioneta, estaban por irse, cuando el cacareo persistente del gallo llamó la atención de uno de ellos. Las manos de JJ fueron rápidas cuando notó que Nerea abría la boca para chillar, con unos ojos amenazantes y apretándola, lo único que soltó fueron gemidos que fueron apaciguados por aquellas manos llenas de barro -y quizás excremento de gallinas-.

Se acercaba al gallinero preparando la pistola, todos estaban nerviosos, llorando; John B agarró con fuerza la mano de Kiara y la rodeó por la espalda con la otra.

— ¡Haz que se calle, por favor!

— ¿Y qué quieres que haga?

— Acarícienlo, no lo sé. Algo —rogó Kiara llorando.

— Bien —dijo JJ; tomó aire, tragó saliva—. No mires —susurró a Nerea. Ella cerró sus ojos con fuerza, y escuchó aquel ruido. JJ le había roto el cuello al gallo. La miró, tenía sus ojos llenos de lágrimas. Nerea asintió para darle apoyó, poniendo su mano sobre el antebrazo del rubio, él negó soltando al fin las lágrimas.

— ¡Qué diablos haces! ¡Vámonos! —gritó el otro hombre desde la camioneta. El que se acercaba giró y se subió.

Unas cuantos minutos después, cuando pensaron que ya era seguro, abandonaron el granero (y el Chateau) en la camioneta Van de John B. Los cinco aún estaban conmocionados por lo que acababan de vivir. Nerea miraba a un punto fijo sin pestañear, sentada en forma de 'indio' desde la parte trasera. John B no dejaba de hablar.

— Es obvio. ¿O no? Una reliquia familiar. Es el mejor lugar para esconder un mensaje —decía mientras conducía—. Era obvio que volvería a mí.

— Si... es posible.

Nerea, Pope y JJ miraron a Kiara luego de que respondiera a John B como si todo lo que estaba diciendo tuviera sentido. Nerea carraspeó y habló:

— Sí... también es posible que estés inventando cosas para lidiar con la tristeza...

Kiara, desde el asiento de acompañante, la fulminó con la mirada. JJ la miró de reojo, agregando:

— ¿Sabes cómo trato mi tristeza? Con marihuana. Así la trato —comentó JJ armando un porro.

— ¿Nos sería mejor con un psicólogo, gor?

— ¿Tú me lo pagas, Sirena? —le preguntó.

— ¡Basta! No invento cosas. Mi papá intenta darme un mensaje. ¿OK?

— Si eso te ayuda...

— No necesito una sesión de terapia, Nerea. No estoy loco.

— La terapia no es para locos, John —contestó un tanto enojada—. No seas imbécil —agregó, y la miraron.

— Está bien estar loco, bro, pero...

— Mi papá desapareció —gritó—. Desapareció. No saben lo que siente. Me despierto todos los días preguntándome qué le pasó.

— Ya pasó casi un año.

— Quizás lo secuestraron.

— En un submarino soviético y lo interrogaría la KGB —dijo Pope.

La Sirena | Outer Banks [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora