Era increíble la velocidad con la que progresaba Inuyasha. En tan sólo un día, había conseguido incendiar la cola de un Shippo provocador.
Era de noche. Todos dormían excepto él. Se encontraban en el bosque, durmiendo al lado de una pequeña hoguera. El híbrido estaba subido a un árbol, no tenía sueño y se entretenía como podía. Llevaba ya media hora chasqueando los dedos. En cada chasquido, una lengüeta de fuego aparecía encima de sus dedos, y se desvanecía cuando él deshacía el gesto. Exactamente como un encendedor. Miró hacia abajo y vio que la fogata se estaba escapando de la protección de las piedras, hacia el saco de dormir de Kagome. Extendió la mano, se concentró y el fuego desapareció.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que la chica no estaba en el saco. Éste estaba vacío. Husmeó el aire, intentando detectar su olor. Lo encontró en la boca de un sendero. Saltó del árbol en el que estaba hacia otro, y fue saltando de roble en roble hasta encontrarla en unas aguas termales.
La ropa de la zafira se encontraba encima de una roca, y ella dentro del agua, con los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia atrás. Inuyasha sonrió y se acercó sin hacer ruido. Se quitó las dos partes de arriba, quedando con el pecho descubierto. Luego se inclinó sobre la cara de la chica (que miraba hacia arriba con los ojos cerrados) y la besó dulcemente en los labios. Al principio, Kagome se asustó, pero no tardó nada en reconocer al propietario de esa boca, de modo que le correspondió sin abrir los ojos, levantando los brazos para capturarle la cabeza y profundizar el beso.
Pero fue ella misma la que lo rompió. Se separó de él muy lentamente. Abrieron los ojos al mismo tiempo y sonrieron. Eran inimaginables las ganas que tenían de volver a estar solos. La hechicera dijo:
- Qué te trae por aquí, rubino?
Mientras lo preguntaba, Kagome levantó la cabeza y se giró para poder mirarle con más comodidad. Él respondió:
- Nada en especial, salvo la oportunidad de poder estar a solas con mi hembra recién marcada.
La chica se rió y lo besó. Inuyasha correspondió, metiendo una mano dentro del agua para agarrarla de la cintura y obligarla a alzarse, poniéndose él de rodillas sobre la tierra: ahora estaban en el mismo nivel.
- Y a ti?- preguntó el híbrido después de separarse- qué te trae a quitarte la ropa en medio de un bosque, pasada la medianoche, sabiendo que éste podría estar plagado de demonios?
- Me trae a que sé que uno de ellos, el más ardiente de todos, tiene sed de mí, igual que yo la tengo de él…- volvió a besarle. Esta vez, apasionadamente mientras le acariciaba el rostro. Luego le susurró al oído:
- … y sé que me seguirá.
Se separó bruscamente de él, expresamente para dejarle con las ganas. Se fue caminando por el agua hasta llegar al centro del baño termal. Se giró para mirarle y le dijo con un tono de voz sensual mientras sonreía de forma traviesa:
- Ven aquí, perrito- le ordenó guiñándole el ojo, sacudiendo la cabeza para que su pelo rizado por la humedad se moviera.
El aludido no se hizo esperar.
Aquella niña no tenía ni idea de cuánto tiempo llevaba corriendo. Sólo sabía que estaba cansada y que los demonios que la perseguían no tardarían en alcanzarla. Tropezó y cayó al suelo, provocando que su corta melena pelirroja se manchara de barro. Sus intensos ojos verdes centellearon de miedo cuando un niño vestido de blanco con una lanza se lanzó sobre ella, salpicando los arbustos de sangre.
ESTÁS LEYENDO
Algo Más Que Una Sacerdotisa
FanfictionTodos sabemos que Kagome tiene poderes sagrados pero... y si fuera aun más poderosa? Nuevos personajes darán un giro a la historia