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- Respira hondo cuando lances la llama, Gion! Rikku, atácale en el pecho! Si te haces invisible será más fácil, Thandra!

Sólo faltaban tres días para llegar al castillo de Naraku. Todos se encontraban en un campo abierto, combatiendo en parejas. Inuyasha se paseaba entre los que se entrenaban, protegido con una barrera espiritual para evitar tener que esquivar ataques fallidos, dando consejos de lucha. Entre el ruido, percibió el sonido de una bofetada y oyó a Sango gritar:

- No me toques, cerdo!

El mediodemonio se giró, encontrándose con lo que esperaba: Miroku se había acercado a su pareja de combate, Sango, pero no para desarmarla, sino para tocarle el trasero. Resopló con fastidio y le dijo, aburrido:

- Vamos, Miroku! Ponte en serio!- se quejó.

- Es que mi mano funciona sola!- contestó el monje.

- Y qué harás cuando estés delante de Naraku? Intentarás meterle mano a él también?

Los que les rodeaban y habían oído el comentario del híbrido estallaron en carcajadas, mientras el bonzo le dirigía una mirada asesina por haberle dejado en evidencia. Inuyasha siguió caminando por el campo de batalla, reanudando sus instrucciones en voz alta:

- Cuidado con la posición de la pierna, Ling, podrían hacerte la zancadilla fácilmente! Yodan, protégete la cara mientras atacas!- se detuvo delante de una persona que entrenaba sola con sus flechas- y en cuanto a ti…

Se acercó a Kagome por la espalda e hizo desaparecer la barrera. Su mano traviesa hizo exactamente lo mismo que había hecho la de Miroku unos segundos antes, aunque la zafira no se enfadó ni le pegó, sino que se rió, haciendo que fallara y la flecha que iba a disparar quedara fuera de la diana.

- Me has hecho fallar!- se quejó después de la risita.

- No sabes cuánto lo siento- ironizó él.

La abrazó por la cintura para poder mirar por encima de su hombro y ver sus progresos: Kagome estaba intentando combinar el hielo con el poder purificador de sus flechas. Un rastro de hierba congelada que iba desde su posición hasta la diana dejaba bien claro que estaba consiguiendo su objetivo. La giró hábilmente y la besó.

- Bien hecho, zafira- le dijo al oído cuando se separaron.

Fiu-fiu!- los silbidos divertidos de los que estaban cerca de ellos hicieron que rompieran el abrazo, riéndose y sonrojándose de forma leve- míralos, que monos!

- Anda, callaos!- ordenó Kagome entre risas mientras cogía otra flecha y volvía a apuntar a la diana.

- Hay niños delante!- dijo Sxin.

- Pues yo no veo ninguno…- dijo Inuyasha.

- Imagínate que los hay!

- No te han enseñado a no meterte en las conversaciones de los mayores?- replicó el mediodemonio con una sonrisa de satisfacción en la cara.

- Te recuerdo que yo te triplico la edad, mocoso!- contestó el líder del aire, riéndose.

- Ya, claro- dijo Kagome- tienes 201 años?

Algo Más Que Una SacerdotisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora