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El mediodemonio depositó un dulce beso en la nuca de la joven, a través del pelo negro y fino. Ella sonrió y se arrastró dentro del saco para hacer que su espalda se arrapara más al pecho del chico, cosa que él aprovechó para profundizar el abrazo con ternura. La chica dijo:

- Tengo una pregunta.

- Y cuál es?

- Cómo lo haré para convertirme en mediodemonio?

- Con la Joya de las Cuatro Almas, no?

- Pero… tú no querías convertirte en un demonio completo con ella?

- Una- enumeró mientras le acariciaba el vientre cubierto por el pijama-, hace tiempo que dejé de desearlo. Convertirme en demonio completo significaría alejarme de ti, convertirme en un monstruo ansioso de sangre…

- No tiene por qué.

- Has olvidado cómo me comporto cuando me transformo por instinto?

Kagome tragó saliva. Tenía razón. Inuyasha perdía su personalidad cuando se transformaba en demonio. No distinguía amigos de enemigos y a duras penas la reconocía a ella. El chico siguió hablando:

- Y dos: esto es más importante. Además, si la usamos, se purificará, desaparecerá, y nos libraremos de ella para siempre.

- Pensaba que sólo se purificaba si te transformabas en humano…

- Se purificará siempre que sea usada por una buena causa. Y en este caso, la utilizaremos para salvar una vida. La tuya, concretamente.

El sonido de una campana que resonó por todo el campamento interrumpió la conversación: hora de levantarse. La pareja se besó con dulzura y salió del saco para reanudar el viaje.

Dos días después, el castillo de Naraku se divisaba en el horizonte. Todos se encontraban ligeramente nerviosos, ya que la gran mayoría de ellos nunca habían luchado contra el demonio y, por lo que contaba el grupo de Inuyasha, era muy difícil ganarle. Sin embargo, a la vez de nerviosos, estaban decididos a vengar a los hechiceros que había matado el tal Hakudoshi.

Kagome no había vuelto a vomitar y se encontraba en perfecto estado de salud a pesar de estar embarazada. Durante aquellos dos días, ella e Inuyasha habían recibido un montón de felicitaciones por el bebé.

Los entrenamientos se intensificaron a más no poder. El grupo se detuvo allí para pasar una semana más de entrenamiento, antes de enfrentarse a Naraku. Ahora las luchas iban en serio para entrenar, cosa que hacía que todos ganaran reflejos. Cada media hora, los hechiceros tenían que cambiar de pareja de combate para enfrentarse a otra. La única condición, era que no podían ser del mismo género.

En estos momentos, Inuyasha luchaba contra Nincada. Aunque el primero sólo podía usar sus poderes, no su espada, para que su contrincante estuviera en las mismas condiciones que él. Sango luchaba contra Thandra, haciendo uso de sus técnicas de matademonios mientras la otra usaba sus poderes de fuego. Miroku se entrenaba junto a Rikku, y Kagome con Sxin, que le llevaba bastante ventaja a la chica, ya que al ser un ametista, no le era nada difícil camuflarse con el aire y atacar a traición y con rapidez. La zafira se defendía como podía, lanzándole rayos de agua a presión o agujas de hielo. Cada vez que el líder del aire se acercaba a ella, le preguntaba cosas antes de que ésta se defendiera:

Algo Más Que Una SacerdotisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora