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Mierda. Se había despistado otra vez. Kagome se había pasado toda la tarde estudiando y había perdido la noción del tiempo. Miró el reloj y vio que eran las once de la noche: era demasiado tarde para volver a la otra época. A fuera, llovía otra vez y se oían truenos.

Justo cuando acabó de recoger las cosas (su familia se había ido de acampada), las luces de toda la casa se apagaron. La chica resopló con fastidio y se levantó a ciegas para ir hacia la cocina. Cuando llegó buscó los pestillos automáticos de la luz: estaban todos subidos, como tenía que ser. Si aquello era lo que temía… se dirigió hacia la primera bombilla que encontró y comprobó que estaba rota: reventada por una sobrecarga. Fue a la sala de estar y miró otras bombillas. Todas estaban igual. Hasta que no compraran bombillas nuevas, estarían en la oscuridad. Volvió a resoplar, frustrada, y empezó a encender velas. Subió a su habitación con una bandeja llena de velas rojas encendidas y las distribuyó por la estancia.

Empezó por el suelo: hizo un pasillo formado por dos hileras de aquellos objetos iluminadores que comunicaba la puerta con la cama, por si acaso tenía que bajar otra vez. Luego colocó las que sobraban encima de la mesita de noche, dándole al cojín y a las sábanas blancas unos ligeros toques de penumbra roja.

Se dirigió al armario y se puso el pijama: un top arrapado de seda blanca y unos shorts a conjunto, de la misma tela y el mismo color. Caminando descalza por la habitación, cogió un libro del escritorio y se sentó encima de la cama para leer a la luz de las velas.

Cuando llevaba apenas cinco minutos leyendo, algo se movió al otro lado de la ventana. Primero se asustó, pero luego se relajó. Sabía quién era. Efectivamente, la ventana se abrió en pocos segundos e Inuyasha entró en la habitación de un salto. Miró a su alrededor y dijo:

- Qué ha ocurrido aquí? Por qué no hay luz?

- Una sobrecarga- Kagome cerró el libro y lo arrojó encima del escritorio para poder hablar con más comodidad, sin ni siquiera cambiar de postura.

- Sobrecarga? Qué significa esto?

- Nada, déjalo. En pocas palabras: un rayo ha caído sobre la antena por culpa de la tormenta y se ha cargado todas las bombillas. He tenido que encender velas.

El mediodemonio asintió, como diciendo que lo había entendido. Pero luego se puso serio de golpe y dijo:

- Por qué me has mentido?

La chica también se puso seria. Su senhal empezó a volverse rosa.

- A qué te refieres?

- No te hagas la tonta, Kagome. Hablaste con Nincada en medio del río seco. La conversación hacía eco y pude oírlo todo. Soy mediodemonio, recuerdas?

La zafira bajó la cabeza y preguntó, ligeramente avergonzada:

- Cuando dices "todo", te refieres a…

- Todo. Sin excepción. Por qué me mentiste ayer, cuando vine a preguntarte?

- No te mentí- se defendió ella con los ojos húmedos.

- No me contaste toda la verdad.

- Si según tú ya nos habías oído, por qué te tomaste la molestia de preguntármelo? Querías ponerme a prueba?

Algo Más Que Una SacerdotisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora