Capitulo 4.

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Corría lo mas rapido que sus piernas daban, sus muslos quemaban, sin embargo ni eso logró detenerla. Solo tenía un objetivo en mente que era suficiente para no detenerse.

Huir.

Escuchaba sus pasos apresurados detrás de ella, mientras corría giró un poco la cabeza para asegurarse que ella venía detrás como lo había prometido. Casi soltó un suspiro de alivio al verla corriendo detras de ella, sin embargo no reparó mucho en ello. Aún no era momento de sentir alivio.

-¡No mires atrás!¡Sigue corriendo!.- le gritaba desesperada, sin recistar obedeció.

Entonces entre la maleza del bosque logró ver la cabaña en la que estaban hospedandose esas vacaciones de verano que se convirtieron en un infierno. Casi podía escuchar la risa burlona de su depredador a sus espaldas, chocó contra la puerta abriendola de inmediato y entrando seguida de su madre, quien agitada y llena de sangre trató de cerrarla, sin embargo, aquel ser inhumano llegó antes rompiendola de un solo golpe.

Ambas gritaron aterradas alejandose, su madre la colocó a sus espaldas, protegiendola pese a que ella era la que estaba lastimada, percatandose segundos despues de que aquel depredador no cruzaba el umbral. Jamas había sido invitado a entrar a la cabaña. Soltó un rugido animal lleno de desesperación al no poder cruzar y devorar a sus presas.

-No crean que se han salvado, princesas.- canturreo con voz suave, casi hipnotizante, viendose aún mas aterrador con sus ojos rojos casi brillando.

-Solo largate de aquí, no puedes hacer nada ante la fuerza que te mantiene al margen.- espetó su mandre llena de odio.

-Aún si me voy, preciosa, sabes que no escaparás de mí. Volveré por ti.- prometió sonriendo sancarronamente.

-Largate, James.

-Tienes razón, cariño, yo no puedo hacer nada contra la fuerza que mantiene lejos de ti.- comentó fingiendo pesar.- Pero ella sí...

Entonces detrás de ella se dejó ver una melena rizada de un color que parecía tener fuego en la cabeza. Una mujer apareció sonriendo de lado, mirandolas a ambas como si fuesen un bocadillo, no perdiendo tiempo en dedicarles miradas burlonas.

-¿Victoria?

-Hola, Margaret.- saludó burlona.

-¿Qué...? Pero tu...- musitaba anonadada.

-Ya sé, ya sé. Debe ser desconcertante ver a "tu amiga" con el tipo que se obsesionó contigo.- murmuró la pelirroja entrando de manera despreocupada a la cabaña.

Aquella tranquilidad no logró engañar a Margaret, que seguía viendola con desprecio y de manera atenta.

-Sucede que... a James y a mí nos gustan este tipo de juegos. Son divertidos... y excitantes.- murmuró acercandose casi imperceptiblemente a ellas.

Mientras Margaret miraba atenta a Victoria, Alex no dejaba de ver al vampiro que seguía en el umbral de la puerta mirandola de una manera perversa.

-Solo podemos disfrutarlos cuando nuestro compañero Laurent no está.- comentó él sin dejar de ver a la rubia aterrada detrás de su madre.- Así que lo disfrutamos al máximo.

-Yo fingiendo amistad con la presa...

-... y yo jugando mentalmente con ella, asustandola desde las sombras hasta volverla loca.- finalizó James mirando con burla a Margaret.- Sabes a lo que me refiero, ¿No, Maggie?

Maggie.

Aquel maldito apodo que tenía perturbada a la madre de Alex. Si, él había jugado y quebrado su estabilidad mental.

Cuando Cierres Los Ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora