Capitulo 7.

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-Espera... ¿Puedes repetirme eso otra vez?.- preguntó mirando aún con los ojos bien abiertos al chico frente a ella.

-Quiero. Que. Vayas. A. Nuestra. Casa. A. Conocer. A. Nuestros. Padres.- repitió marcando cada sílaba como si le explicase a una niña pequeña.

-¿Porqué?.- preguntó sonando mas brusca de lo que pensó.

Edward abrió la boca sin que ninguna palabra saliera de sus labios, se veía desconcertado, no esperaba aquella reacción de la rubia. Parpadeo intentando ordenar sus pensamientos y miró a Alex, quien hizo una mueca un tanto avergonzada, supo que no había querido decir aquello de aquel modo. Vio en su mente como aquella invitación de su parte la había tomado desprevenida.

-Bueno, Alice les a hablado mucho de ti y ambos están ansiosos por conocerte.- comentó mirandola a los ojos, tratando de leer su mente para saber que pensaba al respecto.

-Oh, que alago, pero yo...

Vio, no solo en su rostro y tono, sino en su mente también un rastro de duda, pues a ella le avergonzaba el solo pensar en quedarse dormida en medio de alguna charla con el doctor Cullen o la señora Esme. Definitivamente, no quería tener que pasar por aquello.

-No se si te incomoda o molesta, pero yo les comenté a mis padre sobre tu padecimiento.- susurró él por lo bajo.- Has de comprender que mi padre como doctor entiende a la perfección tu situación.

Ella fruncio el ceño, no solo por aquel comentario, sino por la manera en la que lo había dicho, él había sonado demasiado... recto. Sintió de pronto que estaba hablando con una especie de psicólogo. Edward escuchó claramente sus pensamientos y quiso golpearse por ser tan descuidado, muchas veces había intentado adquirir un vocabulario como los jóvenes de ahora, pero no lo logaraba, se sentía muy tonto, él no era de esta epoca y no quería abandonar lo unico que le quedaba de aquellos años, pero sabía que con la rubia debía irse con cuidado.

-Si me incomoda un poco.- admitió.- Pero, supongo que... puedo pasar a saludar.- dijo sonriendo de lado de manera divertida.

-Con eso es suficiente. Despues podremos subir a mi cuarto donde nadie nos molestará.- sugirió.

Alex apretó los labios ante lo pretencioso que sonó aquello, el cobrizo se dio cuenta del modo en que fueron dichas sus palabras y aseguraría que si fuera humano ya estaría rojo hasta las orejas, abrió los ojos soprendido ante la mirada divertida que la rubia le dio.

-Oh, Dios.- se lamentó.- No me refería a eso, sino a que podríamos ver una película, o escuchar música, si quieres solo podríamos charlar o ir a otro lugar...

Alex soltó una carcajada ante el evidente nerviosismo del cobrizo, quien cerró los ojos bajando la cabeza avergonzado ante su manera atropellada de hablar.

-Dios, tranquilo, no te lo tomes tan a pecho.- se rió la rubia.- Ah, eres tan tierno.- musitó pelliscando una de sus mejillas.- Películas. Pero ninguna de terror.

Tras decir aquello se puso de pie justo cuando la campana que anunciaba el final del descanso sonó, encaminandose a su próxima clase a paso apresurado, sin dejar de sonreir y con los latidos de su corazón a mil. Edward se encontraba igual o mas alterado que ella, aquella forma tierna de sutil coqueteo lo había hecho sonreír, ella definitivamente era una dulzura.

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Cubrió su boca intentando callar un chillido que deseaba salir de ella cuando tuvo aquellas hojas en sus manos, el chico frente a ella se sonrojó al ver la emoción de la rubia, quien hojeo aquel manuscrito en sus manos, leyendo entre lineas. Topandose con varias palabras que simplemente gritaban Romance.

Cuando Cierres Los Ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora