Capitulo 21.

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Trataba de asimilar toda la información que le había sido dada hace un momento. Mentiría si dijera que ahora sabiendo todo estaba mas tranquilo, la verdad era que pese a saberlo todo no se sentía tranquilo, el saber esto era una carga que no había deseado tener, sin embargo agradecía que no se lo ocultaran mas.

Estaba molesto con Estefan, eso no lo podía negar, le molestaba que él no se lo haya dicho, él habló mucho al respecto y trató de comprenderlo, aclarando que debido a la mala fama que tenían los vampiros estaba aterrado de la reacción de Max. Y no se había equivocado. Recibió una flecha de verbena en su hombro por ello, pero no estaba molesto con el chico con pecas, solo un tanto dolido.

Soltó un suspiro mirando por el ventanal de aquella gran habitación, era de noche y aún se encontraba nervioso, asustado. Estar en esa casa por primera vez, sabiendo lo que eran quienes vivían ahí, su teléfono estaba lleno de mensajes y llamadas de sus padres, pero no estaba en condiciones de hablar con ellos, sabía que tendría problemas por ellos, pero sabría como lidiar con ellos.

-Me estas poniendo ansioso moviendo la pierna así.- comentó una voz gruesa a su lado.

Detuvo sus nerviosos movimientos y lo miró sintiendose culpable por un segundo, había actuado por impulso y lo había lastimado. Pero hasta cierto punto sentía que él lo merecía, por haberselo ocultado.

-Lo siento.- susurró.

Edward había cargado a Estefan para llevarlo a su casa y esperar que su madre pudiera ayudarlo, ya que Carlisle estaba en el hospital, Max insistió en acompañarlo y al vampiro no le quedó mas que aceptar, desde la mañana habían estado ahí. Esme era una dulzura que le explicó como eran las cosas de manera tranquila, mientras que Edward le explicaba porqué vivían entre los humanos sin descontrolarse, él escuchó atento absolutamente todo. Una vez que lograron curar a Estefan, quien desgraciadamente tuvo que beber sangre humana para que el proceso de curación fuese mas rapido, Esme y Edward les dieron privacidad para hablar.

Estefan le confesó todo, sus miedos, sus pensamientos, sus sentimientos, aclarando en cada oportunidad que tuviera que jamas le haría daño. Él escuchó atento, no pudo mas que asentir, Estefan comprendió que necesitaba tiempo.

-Max.- lo llamó.

Lentamente lo miró de nuevo, la extrema palidez había desaparecido de su rostro, ahora había vuelto a ser aquel pálido delicado y suave, que secretamente, le encantaba. Apenas podía mirarlo a los ojos, su cabello estaba mas desordenado de lo habitual, sus labios ahora poseían un rojo hermoso que ansío probarlos, aunque se debiese a la sangre que había ingerido. Estaba recostado sobre la cama en la habitación de Edward, mientras que Max se encontraba a un costado de esta, sentado en una silla a un lado de él.

-Max.- lo llamó de nuevo indicando que quería que lo viera a los ojos.

Lo hizo.

No le agrado lo que vio en ellos. Él sufría, estaba ansioso y temeroso que se sintió mal por su reticencia a hablar, entonces comprendió que no era el unico afectado en la habitación.

-Perdón.- musitó en voz baja.- Es solo que... esto es demasiado para asimilar.

-Lo sé.- respondió Estefan.- Y no sabes cuanto lo siento. No debiste enterarte así.

Max mostró apenas un atisbo de sonrisa.

-¿De verdad planeabas decírmelo?.- preguntó.

Estefan fruncio las cejas.

-Si, pero...- titubeo.- No pronto, lo admito.

-¿Que esperabas?.- cuestionó.

Estefan fruncio los labios, pensativo.

Cuando Cierres Los Ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora