capítulo 6

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El rey Roberto I había partido de nuevo hacia el castillo dejando a Liv y Ebbe en el poblado con muy pocas ganas, no contó con que ella al final decidiera quedarse, pero después de la noche anterior al haber hablado del nuevo trato en que consistía que ya que ella lo dejaría sin ninguno de ellos en sus tierras, que fuera ella misma quien matara al rey Harold.
Para Liv, el trato en si, ni le parecía bien ni mal, en parte, le parecía lógico, sobretodo después de que Harold le guardara información sobre sus planes y los vikingos que habían en Francia. No le gustaba que la mintieran, y mucho menos que la trataran como si fuera tonta, por ello, aceptó el trato con Roberto. Además, que si moría antes de cumplirlo, no sería culpa suya.

La nieve en las tierras francesas eran parecidas a las de las suyas, espesas, con mucha cantidad y con pocas probabilidades de desaparecer antes de que llegara la primavera. Observaba el paisaje con esmero, era hermoso desde la colina, Lur, estaba colocada en su hombro, dispuesta a echar a volar si se lo ordenaba, pero no era un día para ello, el tiempo daba a entender que si no se echaba a nevar de nuevo, llovería y eso podría venir bien para deshacer la nieve, aunque fuera un poco.
Suspiraba despacio y con calma, le gustaba mucho la tranquilidad, sobretodo desde un tiempo atrás, quería descansar, apenas parecía que tuviese tiempo para ello y cuando parecía que estaba a punto de conseguirlo, no era así, pasaba algo que la hacía volver a estar alerta.
Lur le picó sin hacerle daño alguno en la oreja y la hizo sonreír.

— si, hoy parece un día tranquilo — la acarició — pero no lo digamos muy alto que se puede torcer. — la escuchó dar su chillido — si, yo también les extraño — le decía como si entablaran una conversación lógica y de los suyos. Soltaba aire con un poco de impaciencia — volvamos al poblado —
Se dió media vuelta y bajó la colina mientras los vargrs la esperaban jugando entre ellos un poco más abajo, los miró con ceja elevada — y lo veréis bonito — los hizo mirarla — jugando, a estas horas — se sentaban dejando de jugar entre ellos, negó con la cabeza haciendo que agacharan sus cabezas,  como si la hubieran entendido al cien por cien y ahora se sintieran abochornados, se acercó con paso lento a ellos, sonrió — una carrera.—
Echó a correr haciéndolos ladrar y perseguirla, igual que Seid que hizo lo mismo pero en su caso para no perderla de vista por si quería montar, aunque estaba claro que lo que necesitaba ahora era correr y sacar todo el estrés en esa carrera juguetona con su manada.
Corrieron por dentro del bosque entre risas de ella y ladridos de ellos hasta que llegaron a un lago todo helado por el frío. El agua estaba totalmente congelada, se detuvo frente a el viendo como todos la imitaban y aullaban. Contempló la zona, era hermosa, tranquila, podría envejecer en un sitio como ese si la vida la tuviera más larga. Puede que incluso dándole un hijo a Einar, frunció el ceño por ello. Hacía tiempo que no pensaba en quedar embarazada de nuevo, se tocó el vientre;
¿ qué se sentiría gozar de un buen embarazo?
¿ sería feliz? ¿ sería relajado?
Le gustaría saberlo, pero estaba claro que no era su destino. Su legado quedaba en manos de Rune, con eso era más que suficiente, pero reconocía que le gustaría volver a ser madre y poder disfrutar de todo eso aunque fuera solo por una vez. Se sintió observada, aspiró con profundidad y al instante supo quien era — no me estoy muriendo.

La muerte sonrió y se acercó a ella lentamente, suspiró mientras colocaba sus manos tras su espalda — un lugar tranquilo.

— lo es

— ¿ te gustaría algo parecido?

— estaría bien

— ¿eso significa que has pensado en no morir?

Frunció el ceño — no tengo elección

— cierto

Hizo mueca — te gusta reírte de mi

LA ERA VIKINGA ( cuarta temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora