T͜͡w͜͡e͜͡n͜͡t͜͡y͜͡ S͜͡o͜͡n͜͡g͜͡s͜͡-s͜͡h͜͡o͜͡t͜͡s͜͡ ❣︎

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❁❥︎ᶜᵃⁿᶜⁱᵒ́ⁿ: Pʟᴀʏ Dᴀᴛᴇ
❁❥︎ᵃʳᵗⁱˢᵗᵃ: Mᴇʟᴀɴɪᴇ Mᴀʀᴛɪɴᴇᴢ
❁❥︎ᵖᵃˡᵃᵇʳᵃˢ:³⁵⁶⁶

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—Zim, siempre me he preguntado, ¿qué cosas tiene un extraterrestre en su casa en la Tierra? — Cuestionó el azabache a un lado del mencionado

Era el comienzo del día y aún no sonaba la campanilla para comenzar las clases, y ellos preferían esperar adentro del salón.

— Todo lo necesario, humano — Gruñó este último pronombre.

— ¿Todo lo necesario? ¿Para un humano o para un extraterrestre? — Esto hizo dudar a Zim, ¿realmente su casa lucía lo realmente normal ante todos?

— Para. . . mi — Contestó dudoso, bajando sus defensas. — ¿Qué tiene una casa "normal"?

— Oh, una lavadora, estufa, refrigerador, teléfono. . . Cosas así.

— Creo que cuento con todo eso. . . Casi. — Exclamó pensativo, Dib rió leve

— ¿Tienes teléfono, Zim?

— Aunque no lo creas humano.

— ¿En serio? Zim. . . ¿sabes lo que son "juegos"? — Cambió repentinamente de tema, extrañando a Zim.

— No.

— ¿En tu planeta no hay juegos? ¿Que haces en tu niñez entonces? — El más bajo miró hacia su derecha superior, recordando lo que fue sus primeros años de vida

—. . . No había tiempo para jugar. — Exclamó vanidoso

— ¿Y aún no comprendes los juegos humanos? Zim, imagínate que alguien te invite a jugar, y tú no sepas, ¡que raro serás! ¡Totalmente! — Esta idea si que asustó al Irken, escuchando atentamente al azabache

— ¿Y qué hago?

— Si quieres. . . Yo puedo instruirte en eso. Claro, si tú quieres — Ofreció con una sonrisa y un tono que no inspiraban precisamente confianza, jugando con su mano mientras observaba ésta misma.

— ¡Si! ¡Zim te lo exige! ¡Enséñame esos "juegos" — Dib sonrió amplio, realmente había logrado su cometido.

— Claro, si quieres hoy mismo. — Sugirió rápidamente, ésto si desconcertó al contrario, notando que no se veía del todo normal, pero continúo con esta extraña situación, un impulso se lo dictaba, y él obedecía.

— Eh. . . Si. Z-Zim. . . ¡Zim exige que sea hoy después de la escuela! — Exclamó tratando de tomar las riendas del asunto

— Claro Zim, no hay ningún problema. — Sonrió ya más amigable. En un acto inesperado, Dib besó rápidamente en la mejilla al extraterrestre, éste ni alcanzó a recriminar.

Apenas acabaron su conversación, el timbre sonó y se dirigieron a sus lugares, el día transcurrió con una pequeña aura rara, a Zim le insistía una espina en su espalda, sentía que algo había raro, además de aquél acercamiento sin contexto, ¿Dib a dónde quería llegar invitándolo a aprender juegos terrícolas y él mismo a dónde pensaba llegar aceptando? Y, ese beso, ¿había sido planeado para esa ocasión, o fue solamente un impulso por parte del humano?

Ya hacía mucho había comprendido que todos lo tomaban por un raro, y que no había casi ningún riesgo, Dib había vivido así toda su vida y no salía de "loco", el no saldría de un chico un poco raro.