Prólogo

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Logré salir de mi casa sin ser vista por nadie. Corrí con la mochila llena de petardos y marihuana como si mi vida dependiera de ello y en cierto modo, así era. Si alguien me descubría y mis padres llegaban a enterarse, me matarían de una vez por todas.

Cuando llegué al edifico abandonado donde mis amigos y yo habíamos de quedado en encontrarnos, me sentí eufórica. ¿Era demasiado malo sentirse así cuando estabas a punto de crear un desastre?

Michel, mi mejor amiga; estaba en el primer piso, apoyada en una pared mirando su celular cuando me la encontré.

—¡Michael!

Michel era una chica morena, de cabello beige oscuro y con ojos marrones. Ella me miró emocionada, era obvio que ella estaba tan impaciente como yo.

—Ya era hora, pensé que te habían atrapado.

Las dos subimos hasta la azotea del edificio, encontrándonos con Kim, Josh y Derek. Ellos tres, junto con Michel, eran mi círculo cercano de amigos.

Los tres estaban sentados en el suelo fumando de una pipa.

—¿Empezaron sin mí?

Derek, un chico alto con pelo corto y castaño, con expansiones en ambas orejas y ojos verdosos; me miró con los ojos enrojecidos y la vista perdida.

—Te demoraste una eternidad.

—De hecho, se nos acaba la hierba —avisó Kim.

Kim era una chica delgada y alta, de cabello negro muy oscuro, piel pálida y ojos cafés. Solía vestirse de negro y amaba el cuero sintético.

Yo dejé mi mochila en el suelo y saqué unas bolsitas plásticas con marihuana para entregárselas.

—Que comience la fiesta —dijo Josh tomando las bolsas con una sonrisa.

Josh tenía el cabello negro y pajoso, el cual le llegaba hasta las orejas; tenía una contextura delgada y la piel pálida, y siempre usaba un gorro en la cabeza.

Mi vista se posó en la pipa, la cual tenía una forma peculiar.

—¿Es un pene?

Kim miró la pipa en sus manos.

—Sí, no encontré otra en casa y estos idiotas rompieron las que tenían mientras estaban drogados hace dos días.

—¿A quien le importa si es un pene? Lo importante es que sirva —Derek le quitó el artefacto a Kim, puso su boca en la punta, aspiró y luego de unos segundos soltó el humo—. Si todos los penes fueran como este, yo sería gay.

—Dejen de decir tonterías —Michel comenzó a revisar mi mochila—. Hay que hacerlo ya.

Los otros tres se levantaron del suelo y comenzaron a sacar los petardos de mi mochila.

Kim fue por su bolso y sacó un petardo muy grande con forma de cilindro.

—Esta cosa será el broche de oro.

Ese último lo había comprado hace semanas, pero le había pedido a Kim que lo ocultara por mí, pues, si mi madre lo descubría, armaría un escándalo.

Todos comenzamos a poner los petardos en distintas partes del edificio, todos conectados por una cuerda combustible llamada mecha (la que tenían las velas). Cuando terminamos, bajamos al primer piso y Derek, quien tenía el royo de mecha, la corto.

—Bien, solo hay que encender esta punta y desataremos un infierno —dijo Derek.

—Heather tiene que hacerlo, ella tuvo la idea —dijo Josh.

Yo tomé la mecha en una de mis manos y luego Kim me entregó el encendedor. Me agaché dejando la cuerda en el piso y encendí la llama del encendedor, acercándolo a la cuerda. En unos segundos, la cuerda se prendió y el fuego comenzó a avanzar.

—Bien, vamos.

Todos corrimos lo suficientemente lejos para que no nos sucediera nada, pero nos ubicamos en un lugar en el pudiéramos apreciar bien nuestra obra maestra.

—¿Cuándo va a empezar a explotar? —preguntó Michel.

—Quizás el fuego se apagó, a las velas les pasa a veces —dijo Kim.

Yo estaba a punto de ir a ver, cuando el sonido de una pequeña explosión se hizo presente y después un montón más la siguieron.

En el suelo se veían las luces y las chispas que saltaban de los petardos.

Después de unos segundos, parte el edificio de cuatro pisos comenzó a despedazarse. Los escombros aterrizaban en el piso provocando un ruido estruendoso que probablemente despertó a toda la ciudad.

Cualquiera en mi lugar o en el de mis amigos estaría asustado, pero nosotros sonreíamos como si hubiéramos ganado la lotería.

Yo podía sentir esa emoción en mi cuerpo que solo surgía cuando hacía algo peligroso, algo adrenalínico y que fuera contra las reglas.

Ver mis desastres y el caos que causaban mis travesuras siempre había sido el mayor placer del mundo para mí, un placer aún más genial que el que provocaba un orgasmo.

—Dame la pipa —le dije a Kim.

Y nada como hacer una estupidez con marihuana a la mano para aumentar el placer.

Y nada como hacer una estupidez con marihuana a la mano para aumentar el placer

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¡Holis!

Hace un tiempo avisé en mi muro que mandaría esta historia a borradores y la editaría un poco porque, como muchos saben, esta es mi historia que menos me gusta.

Había muchas cosas que no sé porque escribí así y me arrepiento sjsjsj

De todas maneras, y aún con los arreglos que le hice, sigue estando lejos de gustarme, aunque le tengo cariño.

Suena extraño que la suba nuevamente si no me gusta, pero yo sé que a algunos de ustedes les gustó y querran que esté aquí. Yo trabajo para ustedes sjsjsjs

Voy ha hacer actualizaciones todos los días (porque ya alguna vez estuvo publicada) y espero que les guste como quedó esta nueva versión.

¡Besitos!

Un Caos Al InternadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora