Capítulo 1: El arresto

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Estaba durmiendo placenteramente en mi cama tamaño king, como cada vez que llegaba tarde a casa después de una noche caótica.

Mi cuarto era del tamaño del cuarto de una princesa y la casa era más una mansión que una casa.

Mis padres eran dueños de una revista de moda, la que habían comenzado más de dos décadas atrás. Solían viajar a muchas partes, en especial a Milán, Tokio y Nueva York, tres de las ciudades más importantes de la moda y el diseño. Mi madre era también diseñadora, por lo que no sólo sabía de moda, si no que también tenía su propia línea de ropa. Quizás no era famosa al nivel de Victoria's Secret en el mundo de la lencería, pero era bastante conocida.

Mi madre fue criada en una familia modesta, no como yo y mis hermanos, a quienes nos tenían como príncipes mimados. Cuando conoció a mi padre, un simple secretario, se enamoraron y ambos cumplieron sus sueños juntos con mucho esfuerzo... Un final de película romántica de Hollywood.

Lamentablemente, su vida les dio una patada mortal en la cara en el momento en que decidieron tener hijos.

Mi hermano mayor, Briden; era un egocéntrico, creído, ambicioso y que trataba a la mayoría de las personas como su fueran sus empleados. Luego venía yo... ¿Qué podía decir de mí? Un caos con patas que hacía idiotez tras idiotez. Por último, estaba mi hermana pequeña, Brooklyn; ella tenía apenas nueve años y sabía manipular tan bien como una amante interesada, y, además, soñaba con ser Miss Universo... gracias a que ganó su primer concurso de belleza a los tres años.

De pronto, sentí como alguien abría mi puerta de golpe, despertándome. Eran mis hermanos.

Separé mi rostro de la almohada, limpiándome la saliva que me corría por la comisura de la boca y me senté en la cama.

—No me digas que tienes que ver con lo que pasó anoche —mi hermano se sentó al borde de la cama.

Yo me hice la desentendida.

—¿Qué paso anoche?

—Ya sabes... —comenzó Brooklyn, paseándose por mi cuarto como si investigara—. Lo del edificio que botaron con petardos.

—Ni si quiera he visto noticias.

—Pero tienes que haberlo sabido... estuviste ahí.

Brooklyn metió la mano a mi mochila y sacó el royo de mecha y una bolsa de marihuana.

—¡Deja eso ahí, niña!

Tomé el despertador de mi mesa de noche y se lo lancé a Brooklyn, aunque ella lo evitó, riendo por mi reacción.

Briden me miró con una sonrisa divertida.

—Estarás muerta, la policía está buscando como locos a los culpables.

—Y tú debes ser una de las primeras en la lista, ¿cuántas veces te han arrestado por alterar el orden público? —Brooklyn podía ser una niña, pero no hablaba como una.

—No te importa.

De pronto, sentí unos pasos aproximarse, y en unos segundos mi madre apareció ahí con una expresión indescifrable.

—Heather..., la policía está en la sala.

Yo palidecí, pude notarlo al ver mi reflejo en el espejo de mi tocador.

—¿Me buscan a mí?

—Sí —mi madre no se veía para nada feliz—. Por lo del edificio ayer.

—Estoy en pijama aún.

—No me importa. Baja, ahora.

Rodé los ojos y me destapé. Briden miró hacia otro lado al notar que estaba solo con ropa interior abajo. Tenía puesta una polera negra que alguna vez fue de Derek, pero que me quedé un día que la traje a casa después de que me cayera a su piscina en una fiesta y me la prestara.

Un Caos Al InternadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora