Capítulo 18: El plan para Kim

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-No sabía que tenías novio, Heather.

La voz de Michel me hizo abrir los ojos.

-¿Michel?

-Hola.

Me estiré para despabilar y noté que estaba apoyada sobre algo que no era una almohada. Estaba sobre el pecho de Eiden.

La almohada que había puesto entre nosotros estaba donde yo estaba antes y una de mis piernas estaba entrelazada con la suya.

Michel me miraba sentada sobre el escritorio con una sonrisa traviesa.

-No es lo que parece -le dije, antes de que comenzara a sacar conclusiones. Aunque suponía que ya era tarde.

-Es guapo... y tiene buen cuerpo.

-¿Cómo sabes eso?

-Levanté su camiseta para revisar.

-Michel -dije como forma de queja-, eso no es correcto. Es acoso.

Me separé de Eiden, quien seguía profundamente dormido y me levanté de la cama.

-No toque nada, lo juro -yo la miré asqueada-. Dije que no lo hice... eso es delito, ¿sabias? El chico está dormido.

-Tú has cometido delitos antes.

-Ninguno sexual... no quiero identificarme con los pervertidos que arrestan en La Ley y el Orden.

-Pues deja de levantar camisetas de chicos mientas duermen -le pedí-. ¿Cómo entraste?

-Cómo siempre lo hago. Escalé el muro, salté, subí hasta acá y me ahorré la parte de forzar tu ventana porque la dejaste abierta.

-Mientras evites enseñarles a otros... te permitiré seguir haciéndolo.

-¿Bebiste anoche?

-No, él sí -apunté a Eiden.

-Que linda novia eres.

-Oye, tu has dormido con Derek, Kim y Josh. No por eso son tus novios, ¿o sí?

-Es distinto. Podría tener sexo con uno de ellos y no serían mis novios.

Yo reí, pero era cierto. Entre nosotros cinco no sentíamos ningún cariño de pareja, nos habíamos besado e incluso habían pasado otras cosas entre algunos de nosotros, pero nunca había habido una relación seria en el grupo.

-¿Y que haces aquí?

-Quería hablarte del cumpleaños de Kim.

-¿Quiere hacer algo?

Michel negó.

-Para ella no es un cumpleaños sin alcohol y drogas.

-Michel...

-No le voy a dar nada. No te preocupes, tampoco quiero hacerle daño -yo asentí aliviada-. Quería saber si podíamos venir para acá.

-Claro. No tengo problema.

-¿Tu mamá?

-Convéncela.

Michel infló el pecho.

-Puedo hacerlo -se dijo a su misma-. ¿Esta tú hermano?

-Sí... ¿por qué?

-Él ama a Kim... no podrá negarse a ayudarme.

Michel corrió hacia mi puerta y tomó la manilla.

-No vemos en un rato.

Yo dejé que saliera. Michel tenía razón, si se trataba de Kim, mi hermano cedería fácil y cuando se trataba de mi hermano, mi mamá cedería fácil.

Un Caos Al InternadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora