Capítulo 5: El nuevo

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Abrí la puerta para entrar a mi cuarto después de almorzar, encontrándome a Zafiro y su compañero de puesto besándose acostados en su cama.

Tosí para que notaran mi presencia, lo que hizo que Zafiro se apartara del chico y me mirara molesta.

—¿Qué haces aquí? 

—Es mi cuarto también —le recordé.

—Mira, niña rubia...

—Heather. Me llamo Heather.

—Me da igual —Zafiro se paró de la cama y me comenzó a empujar hacia afuera—. Ve a hacer otra cosa y vuelve después.

Una vez que estuve completamente afuera, cerró la puerta con llave.

—¡Oye! —reclamé desde afuera.

Mi llave estaba adentro, lo que significaba que no podría abrir hasta que ella abriera.

Bufé, molesta.

—¿Podrías al menos entregarme mi mochila?

Sentí como alguien se movía dentro de la habitación y en unos segundos Zafiro abrió y lanzó la mochila para afuera, luego volvió a cerrar con llave.

—Gracias por tu amabilidad.

Tomé mi mochila de mala gana y caminé buscando un lugar en donde estar.

Me di cuenta de que las gradas del patio donde se jugaban los partidos de fútbol, tenían un vacío abajo... era el perfecto escondite.

Fui hasta las gradas y por un costado, me metí debajo de estas. Me senté en el suelo, saqué mis papelillos y una bolsita de marihuana para hacer un cigarrillo de hierba.

Lo único que no me habían logrado quitar antes de llegar a ese nefasto lugar, había sido un encendedor.

Cuando terminé de construir el cigarrillo, lo encendí y comencé a fumar.

Se sentía bien relajarse un poco después de llevar tres asquerosos días de clases en esa prisión escolar.

En ese momento, sentí los pasos de alguien acercándose. Estaba a punto de apagar el cigarrillo cuando noté que era James.

—Hola —saludo él.

Puse mi mano con la marihuana detrás de mí, como si pudiera engañarlo cuando él ya me había visto.

—Tranquila, no diré nada... comprendo porque necesitas fumar. Estar aquí es una mierda.

Volví mi mano a donde la tenía antes.

—¿Quieres? —le extendí el cigarrillo.

—Claro, gracias.

Por un momento pensé que tomaría el cigarro con su mano, pero en vez de eso, tomó mi mano y la acercó para fumar directamente de mi mano.

No sabía que me gustaba más, el hecho de que tomara mi mano o que estuviéramos compartiendo un mismo cigarrillo.

—Eres Heather, ¿no? —yo asentí—. Pareces ser la única normal aquí... todos son tan extraños.

Yo solté una risita.

—Así parece.

Hubo un silencio, hasta que James lo rompió:

—Oye.

—¿Sí?

—¿Quieres ir a una fiesta el viernes?

—¿Y-yo?

Él sonrió, viéndose malditamente ardiente.

—Eres la única aquí.

Un Caos Al InternadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora