Capítulo 14: Otra vez

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Nunca pensé que agradecería volver al internado.

En el fin de semana que había pasado con mi familia, había caído en cuenta de que había destruido mi relación con mi madre. Antes hubiera dicho que era una vieja exagerada la que le faltaba... ustedes ya saben que, pero en ese momento... si yo hubiera sido ella, ni siquiera querría recordar que tenía una hija además de Brooklyn.

¿Para que tener una hija que sólo te causaba problemas y ninguna alegría?

Estaba acostada en mi cama a la hora de almuerzo. No tenía ganas de comer nada, solo quería saber que hacer con mi vida... algo como una respuesta divina, una señal que me dijera que camino debía seguir.

Me volteé para quedar con la vista puesta en dirección a la cama de Zafiro y entonces lo vi. Vi lo que creía una señal, pero más que de Dios... del mismo diablo.

Me levanté y me metí debajo de la cama de Zafiro para sacar una bolsita de marihuana que había ocultado ahí.

Podía sonar egoísta, pero estaba segura de que Zafiro sufriría consecuencias menores si creían que ella era la dueña de tal sustancia.

«Heather Murphy... ¿desde cuándo tú haces lo que te dice tu mamá?».

—Nunca —me respondí en voz alta.

[...]

Tiré mi mochila para el otro lado del muro y luego lo escalé para saltar hacia otro lado. ¿Quién diría que iba a ser tan fácil?

«¿Por qué no lo hice antes?».

Tomé mi mochila, la colgué en mis hombros y corrí a toda velocidad con una sonrisa de satisfacción en mi cara.

Me detuve cuando llegué a una parada de autobús, tomé el primero que paso (que me servía) y me bajé del vehículo frente a Neon Lights.

Algo bueno que había logrado con la visita a mi casa, había sido que tenía mi celular de vuelta.

Llamé a uno de los amigos de Kim, quien siempre estaba ahí y nos hacia pasar más rápido.

¿Heather? —oí su voz cuando contestó la llamada.

Hola, Mike... ¿estas en Neon Lights?

Cómo siempre —dijo con una risa.

—Estoy en la fila.

Voy por ti.

Corté y esperé a que llegara. Cuando apareció, me llevó con él y entramos sin necesidad de esperar en la fila.

Mike era hijo de los dueños, solo que sus padres no sabían que él ganaba otros billetes vendiéndole pastillas y hierba a los que iban al club.

—¿Kim ha estado por aquí? —pregunté mientras subíamos las escaleras.

—Todos están aquí —dijo él—. ¿No te dijeron?

«¿Todos?», me pregunté.

Con "todos" suponía que se refería a Michel, Kim, Derek y Josh; pero no entendía... Josh me había dicho que no volverían a juntarse los cuatro.

Mike no mentía, los cuatro estaban en una mesa en la parte del balcón, bebiendo y fumando marihuana.

Yo tosí cerca de ellos para llamar su atención.

Los cuatro voltearon a verme. Probablemente yo tenía una cara de furia pura porque ellos parecieron asustarse.

—Heather... —Josh palideció—. Y-yo...

Un Caos Al InternadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora