Capítulo 13: El certamen de Brooklyn

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Yo conocía a Brooklyn, sabía que era una niña manipuladora, calculadora y perversa, por lo que verla vestida con un traje de angelito me parecía una aberración.

Eiden y yo estábamos viendo como mi madre ayudaba a Brooklyn con su vestuario. Tenía un vestido blanco, con una caída dispareja (la parte de atrás era más larga que la de adelante), unas alas blancas de plumas colgando en su espalda y una aureola sujeta de un cintillo.

—¡Ay, mi angelito! —chilló mi mamá mientras veía a Brooklyn posar—. Te ves maravillosa.

—Si, claro —susurré irónica.

Mamá me lanzó una mirada asesina. Obviamente ella no estaba muy feliz con mi presencia.

—Quiero decir... Brook, te ves angelical.

—Lo sé —dijo mirándose al espejo—. Cuando tenga veinticinco seré Miss Universo... y si no pasa, sabré que este mundo tendrá un muy mal gusto en cuanto a belleza. ¿Qué digo? Claro que seré Miss Universo.

—Brook... no sé si deberías...

—¡Silencio! —me dijo—. Estoy pensando en mi futura victoria.

Yo rodé los ojos, pero mamá parecía orgullosa de su pequeña hija.

—Si que tiene autoestima —comentó Eiden.

—Claro. Nunca nadie le ha dicho que ser Miss Universo no es tan fácil.

—No seas amargada. Si termina siendo Miss Universo, entonces tú terminaras arrepintiéndote de haberla tirado para abajo.

—¡Ya es hora! —avisó uno de los organizadores.

—Bien, Brook —le dijo mamá tomándola de los hombros—. Solo relájate y diviértete.

—Mi diversión llegará cuando aplaste a todas esas principiantes allá en el escenario.

Mamá le dio una sonrisa algo incomoda.

—Si no ganas...

—Mamá, déjamelo a mí.

Brook corrió con las demás chicas y se preparó para cuando anunciaran la salida. Mamá, Eiden y yo, fuimos a nuestros asientos en el público y nos sentamos a esperar la salida de las concursantes.

Comenzaron a salir en fila, todas con un disfraz distinto. Había una cleopatra, una mujer maravilla, una cenicienta, etc. Todas causaban ternura y sensación, pero cuando Brooklyn salió con su traje de ángel, su angelical expresión y esos cabellos dorados y ondulados casi perfectos... ¿todos se enternecieron más?

Yo oía los comentarios positivos ante mi hermana. Comentarios como: "Es una ternurita", "la pobrecita se ve algo nerviosa... es adorable".

¿Nerviosa? Mi hermana no estaba nerviosa, incluso sabía lo que pensaba: "Voy a destruirlas a todas". Eso era lo que pensaba, mientras mostraba su dulce sonrisa y esos ojitos de borreguito.

—Bueno, si no llega a ser Miss Universo, será una buena actriz —comentó mi mamá.

Por fin concordábamos en algo.

Luego de la presentación, venía la parte de los talentos. Brooklyn había cantado I wanna dance with somebody de Whitney Houston, mientras bailaba una coreografía adorable, pero completamente limpia.

—Puede ser estrella pop —agregué.

—Tú también puedes cantar así —me susurró Eiden.

Yo le di un codazo para que se callara y lo miré amenazante.

Luego de eso, venía la etapa final con preguntas. No hacían preguntas de cultura general como en los concursos para adultas, pero si para probar su calidad de personas.

—Brooklyn, ¿Qué haría tú si tuvieras un millón de dólares? —preguntó el presentador.

Yo sabía la respuesta que daría mi hermana si se lo preguntara alguien cualquiera, debajo de un escenario: "administrará e invertiría el dinero de una manera en que pueda sustentarme con los servicios básicos y unos cuantos lujos durante un lapso de al menos setenta años y lo demás lo daría a la caridad".

—El dinero en abundancia nunca ha sido una necesidad en mi vida, para mí, sería un más grato donar ese dinero a los seres más puros de este mundo lleno de sufrimiento y agonía: a los niños y animales desamparados —contestó.

En cierto modo, debía decir que le creía. Brooklyn no era una desalmada. Si a ella le dijeran que podía salvar a un gatito tirándose de un puente, probablemente lo haría.

Lo que a Brooklyn le interesaba de los certámenes de belleza, no era el premio monetario, sino que el título, la banda y la corona.

Todos aplaudieron como si fuera una candidata a la presidencia y hubiera prometido acabar con la pobreza del país.

—Es una niña tan buena... —mi mamá se seco una lagrima.

—No inventes... ¿no fuiste tú quien le dijo que decir?

Mi madre negó.

—Las preguntas son sorpresa.

Noté que Eiden quedó tan impactado como yo. ¿Había pensado esa respuesta tan fluida y con un vocabulario tan complejo para una niña de nueve años... en solo unos segundos?

Probablemente la respuesta de la pregunta final le dio mil puntos extras... porque ganó.

Brooklyn estaba en el centro del escenario, un poco más delante de la fila de niñas que habían concursado; con una corona, una banda cruzada que decía "Miss Sweet Beauty" y un ramo de flores.

[...]

Papá felicitaba a Brook como si hubiera ganado un premio nobel, mientras yo miraba sentada en la sala con un poco de envidia. A mí jamás me habían felicitado así.

Mi madre había dejado a Eiden en su casa antes de venir a nuestra casa, por lo que ya no tenía a quien decirle mis comentarios negativos.

Briden no parecía afectado. Estaba más preocupado del examen que tenía el día lunes de la siguiente semana.

Briden estudiaba administración de empresas y aunque a mis padres no les encantaban esa clase de carreras, lo habían apoyado de todas maneras.

¿Qué quería estudiar yo? No tenía la menor idea. No tenía algo que me apasionara en la vida y no se podía estudiar licenciatura en explosiones.

—Heather —me llamó mi mamá—. Es tu turno de poner la mesa.

—Pero yo no vivo aquí —protesté.

—No seas floja, incluso Brooklyn pone la mesa.

—Pues claro, ni que no tuviera manos.

Los cuatro me miraron amenazantes, casi como hubiera dicho algo terrible.

Me levanté del sillón con una fingida sonrisa.

—¡Sí, tomaré los cuchillos! —festejé.

—Yo lo haré —dijo mi papá.

—No —mi madre lo detuvo—. Estos tres niños están acostumbrados a manipularnos como si fuéramos títeres. Yo soy la adulta aquí, yo mando y bajo mi techo harán lo que yo diga.

—¡Exploté el edificio fuera de este techo! —reclamé.

—¡Jovencita! —mi mamá estaba roja—. ¡Ese problema te lo buscaste con la ley! ¡El problema es que mi dinero fue el que usamos para evitar enviarte a prisión!

Yo estaba dispuesta a responder, pero Briden se interpuso.

—Solo cenemos y ya.

—No tengo hambre —caminé hacia la escalera y comencé a subir.

—Apuesto que lo hizo para evitar poner la mesa —oí decir a Brooklyn.

Si no me hubiera sentido tan molesta con el mundo y conmigo misma, me hubiera lanzado sobre esa pequeña blasfemia con patas y le hubiera arrancado esos ricitos dorados que tenía en la cabeza.

Un Caos Al InternadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora