Yo había tenido sexo con varios chicos. No muchos, pero varios. Las veces que no estaba bajo los efectos del éxtasis, no había llegado al clímax... ni a rozarlo.
Por alguna razón que desconocía, con Eiden me sentía diferente. Quizás eran los besos y toqueteos que usaba para atrasar el momento de tener sexo, no lo tenía claro. Solo sabía que me sentía distinta.
Eiden desabrochó mi sujetador de una vez por todas y comenzó a masajear mis senos. Yo tenía una sonrisa en la cara, hasta que oí mi teléfono.
«¡Tiene que ser un chiste!».
Si no recordaba mal, era la tercera vez que un teléfono interrumpía un momento entre nosotros dos.
—Es Michel —dijo Eiden, tomando mi celular—. Tienes que contestar.
Le recibí el teléfono de mala gana y me lo puse en la oreja.
—¿Qué? —debí sonar molesta, pero no me importó.
—Amiga, hay una fila enorme aquí —dijo Michel, del otro lado de la línea—. Te llamo ahora porque creo que nos demoraremos más aún.
«Una buena noticia. Gracias Dios».
—No te preocupes.
Eiden comenzó a pasar su lengua por sobre mis pezones, provocando que yo me sobresaltara un poco. El desgraciado era casi tan diabólico como yo.
—¿Quién diría que tantas personas vendrían a comprar pizza a las once de la noche?
Eiden metió su mano debajo de mi ropa interior e introdujo uno de sus dedos dentro de mí. Yo aguante hacer algún ruido.
—N-no tengo I-idea... Me tengo que ir. Adiós.
Le colgué y tiré el celular sobre la mesa de noche.
—¿Tiene que motivarte la maldad?
—Sí, algo así.
Eiden volvió a atacar mi boca con sus besos y yo metí mis manos bajo sus boxers.
«Tamaño considerable... ».
Nos separamos y nos quitamos las prendas que nos quedaban.
—Oye... yo...
Puse mi dedo índice sobre sus labios y asentí.
—Lo tengo todo bajo control.
Eiden se recostó sobre la cama y yo me estire hacia la mesa de noche. Abrí el cajón y saqué un condón, notando que solo me quedaban dos.
«¿Qué acaso Briden es un conejo?».
Evite pensar en eso. No había algo peor que pensar en mi hermano cuando estaba a punto de tener sexo.
—¿Sabes ponerlo? —pregunté.
—Bueno, eso creo...
—No importa, yo sé.
Me senté en la cama, abrí el paquetito y saqué el condón para ponerlo sobre el miembro de Eiden.
—Es con sabor a frutas —dije, mientras lo ponía.
—Tengo una duda —dijo él—. Tal vez tú sepas responderla... ¿de que sirve que tengan sabor?
—Para esto.
Metí su miembro a mi boca, haciendo que él abriera los ojos y apretara las sábanas con sus manos.
—Sabor a fresa... —comenté, cuando lo saqué de mi boca.
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Un Caos Al Internado
Novela JuvenilHeather es una adolescente millonaria que ama crear problemas y explosiones... y consumir drogas mientras lo hace. Después de ser arrestada por hacer explotar un edificio abandonado, su madre toma la decisión de enviarla a un internado para que no...