10°|HUMO|

110 14 0
                                    


Humo

Joey caminaba por las oficinas de KaibaCorp. en su mano llevaba una taza de café pues aún era temprano y andaba somnoliento, le agradaba el aroma del aquel café además que siempre le animaba el día, sus pasos le condujeron hacia la oficina de Seto Kaiba, el presidente de aquella gran Corporación, además que también era su pareja.

—¡Buen día Kisara!

—Buenos días joven Joey.

El rubio de ojos ámbar saludó animadamente a la chica de lindo cabello blanco, Kisara era la secretaria de Kaiba por lo que ya se conocían e incluso eran amigos, pero aún así la joven no dejaba de tratarlo con respeto.

—¿Seto ya terminó la junta?

—Aún no, la junta se retrasó por lo que aún están dentro.

Joey ante esto suspiro frustrado para beber de nuevo su café.

—Entiendo, bueno entonces vendré más tarde.

—Que le vaya bien.

—Gracias, igualmente Kisara.

Sonríe agitando su mano para despedirse y con ello regresar por donde vino, terminó justo a tiempo su café, salió de la Corporación encontrándose a su amigo tricolor quien iba con prisa por lo que no pudieron conversar mucho.

Las autos pasaban de un lado a otro por la carretera, su humo era lanzado contaminando más el ambiente además que le hizo toser y estornudar, para luego antes de ir por el responsable lanzarle unas cuantas palabras.

Caminó despacio disfrutando del agradable clima que el día le ofrecía, sus manos estaban dentro de sus bolsillos y así paseo por varias calles conocidas y que le traían varios recuerdos. Por alguna extraña razón, estaba algo melancólico ese día, aún no sabía la razón y por ello quiso ir a ver a su pareja para levantar su ánimo.

Sus pasos le llevaron por una parte que no conocía de la ciudad, miró atentamente algo que le llamo la atención.

Orfanato Una Nueva Oportunidad

Se acercó curioso a la casa hogar/ orfanato, tenía un patio algo amplio y era de un color durazno, dejándose llevar entró mirando como en una parte era donde los niños jugaban, era como una sala no tan grande, del otro lado había un pasillo suponiendo que deberían ser donde duermen los niños.

Una de las encargadas se le acercó con una sonrisa.

—Bienvenido, ¿En que le podemos ayudar?

—E-eh... b-bueno...

—¿Quiere ver a los niños?

Ante esto Joey solamente asintió y se dejó guiar hasta aquella sala, donde varios niños jugaban, otros dibujaban, otros solamente estaban sentados riendo por pequeñas acciones de otros niños.

La encargada se alejó en silencio al ver al rubio tan entretenido con los pequeños, por su parte a Joey le gustó mucho como aquellos niños se veían tranquilos, tenían buena apariencia, en sus ojos veía que disfrutaban jugar con los demás. Sin embargo también se dio cuenta que aunque todo se vea bien, a esos infantes les hacia falta el amor de una familia.

—¡Señor!

Un suave jaloneo en su pantalón le hizo bajar su mirada encontrando a un niño de cabello negro y ojos del mismo color, en su mano llevaba un carrito de esos "Transformers".

—¿Me ayuda?

—Claro amigo.

Joey se inclinó a su altura y empezó a jugar con el pequeño, primero me ayudó transformando a su pequeño carro, luego el niño insistió en que jugará y como el rubio sigue siendo un niño más, se unió.

—¡Señor Joey, le gané!

Habían estado jugando tanto dentro como fuera, en el patio, en este último se habían unidos otros niños y terminaron jugando a las escondidas, donde el mayor era quien buscaba, al final quedaban jugando a los policías y ladrones, a Joey siempre se dejaba atrapar primero y como castigo por se un ladrón lo metían a la cárcel que era cerca de unos arbustos.

—¿Estas bien?

Uno de los niños había empezado a toser pues cerca de donde estaban los autos y camiones aceleraban, dejando salir aquel humo negro que era debido al combustible.

—Señor Joey, ese humo negro contamina mucho el ambiente ¿Verdad?

—Sí niños, a ese humo también se le conoce como smok

Los niños prestaron atención al rubio sentándose a su alrededor al ver como el mayor se sentaba cerca el árbol cruzando sus brazos tras su cuello en modo de almohada sin dejar de mirar a los menores.

—Yo no quiero tener un auto.

—Es verdad, no quiero dañar más al planeta.

—La Señorita Mana dice que todo eso lastima más a la Tierra.

A pesar de ser niños, cada uno había entendido muy bien sobre el tema, Joey sonrió ante la inocencia de los pequeños y como querían ayudar a cuidar el planeta.

—Lo sé niños, pero aún así no se puede evitar, necesitamos los autos y motocicletas para llegar a lugares.

—¿Y las bicicletas?

Una niña preguntó curiosa al ver como un joven pasaba en una escuchando música.

—Las bicicletas pueden servir, además que se hace ejercicio.

No pudo evitar reír ante lo dicho por el mismo. Poco después los niños le siguieron y así continuaron conversando sobre como hacer que ya no exista ese humo. Todos quedaron en un acuerdo de cuando sean mayores usar sólo patineta o bicicletas, o en tal caso, usar sólo sus pies para ir a un lugar a otro.

Joey se despidió al darse cuenta de la hora, prometió regresar al día siguiente para volver a jugar.

Desde ese día el rubio de ojos ámbar se unió al orfanato como un voluntario donde también hacia algunas donaciones, al poco tiempo su pareja se enteró y también junto a fueron allí donde hizo que aquel lugar mejore para que los niños tengan un mejor lugar en donde quedarse hasta que llegue su turno de ser adoptados.


Décimo día.
Dejen sus comentarios, siempre los leo.
Nos vemos nwn

¡Fictober 2020!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora