19°|MANOS|

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Manos

Era un día tranquilo y normal como todos en la Ciudad Domino, exactamente en una casa-tienda estaban dos pares de hermanos mirando curiosos las nuevas cajas con mercancía. La mayor de todos era la más curiosa pero se intentaba aguantar ya que no quería dañar nada y ser regañada por ello.

—Necesitas esperar un poco más.

—Lo sé, pero ya quiero jugar.

Suspiró frustrada mientras desordenaba sus cabellos tricolores sin desviar la mirada de la caja que estaba sobre la mesa.

Sus dedos empezaron a tocar la mesa haciendo un pequeño ruido mientras susurraba un "racatan racatan racatan tan tan" sus dedos sonaban al chocar con la mesa mientras esperaba algo aburrida.

—Hermana, deja de hacer eso me estresa.

—Es que me aburro ¿Por qué no lo abrimos de una vez?

El chico a su lado, igualmente de cabello tricolor pero corto había tomado algo cansado la mano de la otra para detener sus movimientos.

—Sabes que no podemos hacer eso, además como la mayor deberías dar el ejemplo, ni ellos que son más pequeños están así.

Habló Yael soltando la mano de su hermana, para mostrar a sus otros dos hermanos, los niños estaban jugando entre ellos al juego de la mesa donde tienen que dar palmadas aumentando la velocidad.

Yumi, la chica desvió la mirada al saber que era verdad pero aún así soltó un suspiro cansado.

—Nuestros padres no vendrán temprano, ¿esperaremos todo el día?

—Sí.

Al escuchar a su hermano responderle así no pudo evitar molestarse y levantarse alejándose de la mesa hasta llegar a la refrigeradora donde sacó una botella pequeña de sprite para luego regresar con la misma a donde antes estaba.

—Pensé que te irías.

—Claro que no, soy la mayor si papá no me ve aquí cuando llegue no me dejara jugar de nuevo con él.

Yumi abrió la botella y tomó una de las galletas que estaba en la canasta frente a ella.

El lugar se mantuvo en silencio a excepción de los choques de manos de los niños pequeños, quienes jugaban alegremente cantando.

—Bueno, yo tengo que irme.

—¿Qué? ¿A donde vas Yael? No tienes permiso de salir.

Al mirar como su hermano se levantaba lo hizo de igual manera sin desviar su mirada de él, quien suspiro mostrando en su celular una conversación con su padre.

—Me voy hermana, Ayame me espera..

—¡Moo! Ten cuidado ¿Si?

Recibió un beso en su mejilla para después escuchar la puerta cerrarse y sentarse d nuevo mirando como los menores jugaban.

Pasó la media hora aburrida, pues quería también jugar pero no sabía si sería buena idea además que no sabía si valía jugar de tres personas pero como siempre solía decirse así misma, si no lo intenta no se sabrá, con una sonrisa se levantó para luego ir hacia sus hermanos donde desordenó los cabellos de ambos, primero de la niña y después del niño.

—¿Puedo jugar con ustedes?

—¡Claro!

Ambos respondieron al mismo tiempo mientras le hacían un espacio a su hermana mayor, ella se acomodó sin borrar su sonrisa para así empezar a jugar dando primero palmadas pequeñas, para hacerlo más rápido y así terminar gritando ya que sus palmas le estaban ardiendo un poco pué sus llevaban algo de tiempo jugando.

—¡Ah mis manos me duelen!

—Vaya, eres muy sensible e inútil Yumi.

Escuchó la voz conocida de su primo, quien estaba de brazos cruzados mirandole con una sonrisa de lado, se levantó y corrió a abrazarlo sin importar lo que le dijo además de que soltó algunas risas.

—¡Mi adorado primo ya está aquí!

El chico le dió unas cuantas vueltas abrazandola para luego bajarla y así acariciar los cabellos de los menores quienes se acercaron a saludarle emocionados.

—¡Volviste pronto!

—¡Si te extrañabamos!

Los dos niños le abrazaron y después se fueron a seguir jugando, ambos adolecentes se sentaron en la mesa para así conversar a gusto y con ello el  rubio de ojos azules le mostró un nuevo dispositivo en que trabajaba junto a su padre.

—¡Es bueno! Espero que esté listo pronto para probarlo!

—Nunca cambias.

Rió mientras jugaba con sus dedos, para luego empezar a hablar de varias cosas triviales terminando en estar midiendo el porte de sus manos.

—Hasta tus manos son pequeñas.

—¡Oye! Recuerda que eres mayor que yo por dos años, deja de burlarte, además que los tíos son más altos que mis padres, obviamente eres más grande igual que Seika.

La tricolor habla intentado defender su altura y demás, ya que en sí es verdad, pues él junto a su hermana Seika eran los más altos del grupo, pero aún así no pudo evitar reír. Ambos lo hicieron.

Una hora después igualmente estaban jugando una partida de ajedrez, donde la tricolor terminó ganándole y obviamente se lo hizo saber de todas las formas posible, para así después hacerle saber sobre una idea que tenía desde cuando empezaron a jugar.

—Quiero la revancha.

—No, ya jugamos tres partidas y en todas te gané... juguemos a "me subo a la mesa"

Dijo el nombre de aquel juego en el que sus hermanos menores y ella se divertían antes que llegará el rubio.

—No pienso hacerlo.

—¿Acaso no puedes?

—Prepárate niña.

Sonrió ante la actitud de su primo y ambos se pusieron en posición para empezar a cantar, bueno sólo la chica, empezaron a chocar palmas luego moviendo sus manos tal como indicaba la canción para así al final quedarse quietos como estatuas esperando que alguien se moviera y casi perdiera.

—¡Achu!

El estornudo de la niña tricolor llamó la atención por lo que la adolecente no pudo evitar girar el rostro para ver a su hermanita.

—Perdiste.

—No eso no cuenta.

Formó un puchero cruzandose de brazos para después sentir como el contrario tomaba sus manos para así darles un apretón algo fuerte además de un pellizco a cada uno.

—¡Oye!

—Es lo justo.










Diecinueveavo día
Perdón si no está muy bien hecho, no tuve mucha inspiración.
Nos vemos nwn

¡Fictober 2020!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora