Parte I
El Vampiro
Recuerdo esos días de gloriosa perdición. Era dueño de la insondable oscuridad, dotado de una presencia capaz de alterar los sentidos del más alerta. Mi asomo era el sigiloso preludio a la caída de un rayo. Llegué al pináculo, y en mi orgullo, reclamé como mío el enlutado espacio entre las estrellas. Impunemente regía sobre mis noches, tan atrayente como aterrador. Mataba con libertad, dotado de la licencia artística de un maestro que domina el lienzo pincelada tras pincelada. Pero un día, se cometieron errores irreparables y una hechicera decidió enseñarme mi lugar en el orden de las cosas. Arrancado de la seguridad de mi cuerpo inmortal, mi espíritu quedó preso en un espejo. Para ser honesto, he de admitir que necesitaba una lección, pero reconocer y abdicar de intenciones no es lo mismo. Siempre he sido un bastardo arrogante. Puede que sea esclavo, pero de seguro voy a mantenerme dentro del juego...El Día de la Foto
— Una vuelta más y listo. La cola de caballo debe ir bien alta.
Estefanía hizo ojitos de disgusto y frunció la nariz. No se trataba de una malacrianza. Al ser a penas una niña no entendía muy bien el concepto de la belleza requiriendo esfuerzo y ya se estaba cansando del asunto. Por suerte, tras la vuelta prometida, su madre finalizó ajustando un lazo púrpura en su peinado y todo quedó listo. Mamita la abrazó fuerte, deteniéndola de su avance y plantó un beso en la corona de su espesa y rubia cabellera. No hace mucho tiempo atrás esa cabecita había estado amoratada, con espacios carentes de cabello que le movieron más de una vez a las lágrimas. Su chiquita valiente no recordaba el asedio de la enfermedad y la madre estaba contenta con no tener que tratar el tema de nuevo. Estefanía, sin embargo, presentía una urgencia tras esos abrazos prolongados de su madre y siempre terminaba dejándose arrullar complaciente, aunque tales cosas le costaran llegar tarde al colegio.
Era día de la foto otoñal, su favorita. Efi no podía contener su emoción. El día anterior había visto parte de la decoración.
— ¡Es todo muy lindo, mami! Hay hojas naranja y marrón forradas de escarcha por todo el piso y una calabaza gigantesca apoyada en unos escalones de fiedra y bloques de heno así de altos — la chiquilla levantó la mano por arriba de su cabeza.
— Estoy segura que los arreglos son encantadores.
— ¡Sí! Oye mami, ¿puedes pasar temprano por mí? ¿Podemos comprar el disfraz de frincesa firata esta tarde?
Mami sonrió, o al menos hizo su mejor intento. Se trataba de esa sonrisa secreta donde sus labios se estiraban pero sus ojos no correspondían con un brillo feliz. Ella no quería que Efi se diera cuenta que ese frenillo no la hacía feliz. Sería demasiado quejarse de una diminuta imperfección en su hermosa, alegre y saludable chiquita.
Un beso, y Estefanía salió corriendo a unirse al resto de su clase de segundo grado, todos vestidos con sus mejores ropas para marcar el cambio de estación.
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Oneirophobia
Short StoryAquí residen los monstruos que me persiguen a mitad de la noche. Peor aún, los que me hacen creer que he despertado, para atraparme en eternos ciclos de pesadilla.