Capítulo 22: Secretos.

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Corrí por los pasillos con la urgencia hasta en el rostro, cualquiera podría jurar que yo era una loca, pero al parecer todos en el instituto ya sabían el drama Vandergold y debo admitir, al menos una vez a la semana me tendrías a mi corriendo por los pasillos, ya sea porque estoy llegando tarde a alguna clase o porque simplemente huyo de mis problemas. Esta vez, estaba llegando tarde, muy tarde, pero no a la clase, sino que, al estacionamiento, el profesor Brewster había terminado su clase hacia 10 minutos y sus alumnos me dijeron que, si corría lo suficiente, tendría suerte de encontrarlo, necesitaba urgentemente darle mi proyecto, si no lo hacía hoy, pasaría el fin de semana y no podría tener asegurado mi lugar en la convención de historia del imperio romano en el museo, la cual sería en tan solo dos semanas, y si, eso también se vería bien en mi aplicación a la universidad. Que, por cierto, ya debería comenzar los cursos propedéuticos para asegurar aún más mi ingreso.

- ¡Señor Brewster! –

El pobre hombre casi si tropieza con sus propios pies después del susto que le pegué con mi grito.

Con más tranquilidad que la de hace unos momentos, me acerqué tratando de darle una de mis mejores sonrisas, pero podría apostar a que me veía bastante ridícula, despeinada y sudada. Cabe mencionar que los deportes a verdad no se me dan.

-Señorita Vandergold, no debería usted llegar así con las personas, casi pienso que estaban por asaltarme o algo parecido – dijo.

-Lo siento, es que tengo el trabajo – dije mostrándole el folder, que afortunadamente era de plástico o ya lo habría arrugado todo.

-Excelente, me preocupaba no recibirlo, justo enviaré las propuestas esta noche – resoplé aliviada, le pasé el trabajo.

-Se lo agradezco y nuevamente, siento el susto – él hombre rio.

-La veré el lunes en las prácticas y me parece que recibirá su invitación a la convención en el transcurso de este fin de semana o la siguiente semana – asentí – buen día señorita Vandergold –

-Igualmente profesor – y me alejé con menos peso en los hombros.

Cuando entré de vuelta al instituto la hora marcó el exacto inicio del almuerzo, y justo a tiempo, moría por una enorme rebanada de pastel de zanahoria. Era como ser sana, pero sin serlo.

Entré a la cafetería y fui directo a la fila, me tomó unos cinco minutos que fuese mi turno, pedí un simple emparedado de ensalada de papa y mi pastel, después de pagar, busque donde me sentaría, por instinto puro miré a la mesa que siempre tomaba con mis amigos, ahí estaban todos, incluyendo a las chicas, y parecían estar teniendo un buen rato, pero francamente no quería estar ahí, me daba temor llegar y arruinar la armonía, con Harry aun no estábamos bien, no le hablaba a Louis, ni había visto a Liam, Sam estaba con Zayn y Gia con Niall. ¿No han sentido que a veces no pertenecen a su círculo social?

Por suerte, mis ojos captaron las manos de Sean en el aire, haciéndome señas para que fuese con él, y sus amigos. Los conocía poco, eran del equipo de esgrima (taller que, por cierto, acabo de descubrir que existe)

- ¿Encontraste al señor Brewster? – preguntó Sean.

-Sí, lo alcancé en el estacionamiento – respondí.

-Oh, entonces si eras tú quien corría por los pasillos hace un rato – dijo Brendan, de los múltiples amigos de Sean.

En otro punto de la cafetería.

Harry: (narración especial)

-Sam, ¿peleaste con _____? – preguntó Gia de pronto, y así toda la mesa puso su mirada sobre la rubia.

Triángulo...¿o cuadrado amoroso?- Harry Styles y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora