CAPÍTULO 55

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Delegación de Tuxtla - Separo:

Alejandro se removía intranquilo en una de las literas de la pequeña celda en donde los policías lo aventaron después de darle una golpiza... Aún no sabía la razón por la que lo tenían en ese lugar, pues ni siquiera le informaron el supuesto delito que cometió, (aunque tenía una ligera sospecha del verdadero motivo).

Con dificultad acomoda su espalda en la pared y estira las piernas... El dolor en el costado le estaba siendo insoportable y presentía que se debía a que le rompieron alguna costilla... El cansancio y el dolor lo hacen caer en un profundo sueño, (que no dura mucho)... Los mismos policías que lo dejaron en tan deplorable estado, entran y con una macana, le dan un golpe en la pierna para despertarlo... Alejandro tarda en abrir los ojos, y cuando está lo suficiente consciente, les dedica una mirada burlona, que enfurece a uno de ellos y como desquite, le da un puñetazo en el rostro.

Policía 1: ¡Vuelve a hacerlo y el siguiente te romperá el cráneo!

Alejandro se obliga a no sobar el área del golpe y regresa a su postura irónica... El policía se enfada más y trata de volver a golpearlo, pero su compañero lo detiene.

Policía 2: ¡Déjalo!... recuerda que lo quieren vivo.

Ese simple comentario hace que el policía se calme, (al menos por el momento).

Alejandro: ¿Cómo es que ustedes pueden estar aquí dentro?... se supone que cuando capturan a un delincuente, y lo traen a la delegación, termina su trabajo y las interrogaciones pasan a ser responsabilidad de los encargados de este lugar.

Policía 2: Estos burócratas no son lo suficientemente hombres para dejarte el mensaje que nos encargaron.

Alejandro: ¿Y qué mensaje me tenías qué dejar?, (se ríe), ¡Claro!... aparte de los golpes que me dieron.

Policía 2: ¡Me impresionas!... los de tu clase estarían llorando para que no les hagamos nada, pero tú te burlas de la mala situación en la que te encuentras.

Alejandro: Vengo de barrio, por eso los golpes no son algo nuevo para mí. Pero ahora me urge dormir, así que lo que tengas qué decir, ¡dilo rápido y lárguense!

Policía 1: ¡Ahorita te burlas, niño!, pero cuando estés en el reclusorio, toda esa altanería desaparecerá enseguida.

Alejandro: ¡Ya veremos!, e insisto... ¿cuál es el mensaje?

Policía 2: La familia Mendoza, pide que guardes silencio... No me especificaron el asunto, pero supongo que tú ya sabes a qué se refieren.

Alejandro: ¡Sí lo sé!, aunque si ese era el mensaje, entonces no entiendo qué hago aquí.

Policía 2: Más tarde vendrán a informarte el delito por el que se te arrestó, pero me parece que escuché que se trata de un fraude que le hiciste a unos empresarios para conseguirle dinero a un tal Bruno Rey.

Alejandro: ¡Ah bueno!... siendo así, será mejor que me ponga muy cómodo.

Policía 1: ¿Sí cometiste ese delito?... ¡Vaya!... ¿quién se iba a imaginar que un niño bonito, iba a resultar ser un delincuente?

Alejandro: (se ríe quedamente), ¡Señores!, como el mensaje está dado, les pido que me dejen descansar, (con su dedo señala la salida de la celda), ¡hasta nunca!

Los policías se miran entre sí antes de salir... Al cerrar la puerta, le dan un último vistazo, y se sorprenden por la tranquilidad que demostraba, (ya había cerrado los ojos y se acostó en la litera, con los brazos tras su cabeza)... En cuanto se fueron, volvió a abrir los ojos.

LQNP: HISTORIA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora