CAPÍTULO 9

130 12 2
                                    

Señor Montero:

Como todos los meses, le escribo para darle informes de los avances de su hermana Cynthia. Gracias a que usted ha mantenido la correspondencia con ella y a pesar de que nunca le devolvió una sola carta, en este momento puedo decirle que se ha ido calmando la furia que tenía en su interior.

Dado que su estado de ánimo es tranquilo e incluso la he visto sonreír un poco cuando lee lo que le escribe, he tomado la decisión de rebajar el nivel de los antidepresivos y de ésta forma, hacer que pueda tener más claras las cosas que suceden a su alrededor, aunque eso podría desencadenar reacciones adversas a lo que esperamos, porque ella podrá ver la magnitud de todo lo que hizo y le será muy duro asimilarlo, más cuando sabemos que su hermana nunca podrá salir libre y la aceptación de una vida en presidio no es fácil, ni siquiera para las personas sanas (mentalmente hablando), pero ya es tiempo de comprobar el grado de su mejoría. Por eso suspenderé las cartas para darme cuenta si es conveniente intentar que se vean en persona y comenzar a incluir a su madre, la señora María en su terapia, pero en caso de no que no salga bien esta prueba, volveremos al principio.

Sobre la señora Rosaura (a la cual también me pidió atenderla para evitar que caiga en depresión por el encierro), le informo que se encuentra más optimista después de saber que la reducción de la sentencia fue aprobada y en lugar de los cinco años que se le dieran en un inicio, se le redujeron a cuatro y le es posible alcanzar fianza. Esto también es gracias a la forma en que su abogado (que en paz descanse), llevó su proceso, pues con la apelación que solicitó por las inconsistencias que manejara Bruno Rey para tratar de inculparla, se reevaluó su caso y junto con el otorgamiento del perdón que usted le diera, se consiguió solicitar la libertad condicional. Pero a pesar de tan buena noticia, temo decirle que la señora no quiere que se pague nada y dice que esperará a cumplir con su sentencia, (que además ésta se podría reducir mucho por su buena conducta) y espera respete su decisión. Por cierto manda saludos a la señora María; y muchas felicitaciones a la señorita Consuelo por su casamiento con el joven Hugo, también un abrazo enorme a su sobrina la señora Ana Paula y un agradecimiento para usted por todo lo que ha hecho por ella y por Cynthia (ya se llevan mejor, ¡bueno! al menos ya no la amenaza).

Por último le voy a decir el ¿por qué?, todos los asuntos los manejé por medio de cartas y no de mensajes telefónicos u otro medio moderno, ya que será la última vez que lo haga de ésta manera. Y es porque las terapias no solo fueron para su hermana, sino también para usted. Recuerde que todo lo que escribía era el pasado de los dos, en el cuál, usted aún caminaba. Ahora puedo asegurarle que se encuentra en un momento en dónde su discapacidad ya no es un motivo de dolor y al verse liberado de esos sentimientos podrá conseguir aquello que ya no es importante para su vida (me entenderá mejor cuando suceda).

¡Bien! señor Montero, me despido y estaremos en contacto el mes siguiente (¡ahora sí por teléfono!).

Atentamente

Psiquiatra Luis Mendoza

P. D. Le adjunto un estado de la cuenta que abrió a nombre de su hermana y que por razones obvias, yo manejo. El monto de mayor cantidad es por motivos de seguridad en la cárcel ya que ésta vez pidieron una cuota más alta.

Rogelio termina de leer la carta del psiquiatra de Cynthia a su Nana María.

María: ¡Que alegría que mi hija ya esté mejorando!, ¿verdad Rogelio?

R: (sonriente), Sí Nana, ojalá que funcione la prueba que quiere hacer el psiquiatra.

María: Pues yo no me imaginaba que tú también estabas en terapia psicológica, ese doctor sí que es especial, ni siquiera te diste cuenta lo bien que te hacía escribir tus vivencias.

LQNP: HISTORIA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora