La noche era más que perfecta, la luna se situaba en lo más alto y en todo su esplendor, el cielo totalmente despejado dejaba divisar lo hermoso de las estrellas. Cristine D'Angelo posaba sus delicadas manos en una copa de cristal mientras disfrutaba de la hermosa vista que daban los enorme ventanales del último piso de aquel restaurante, sus piernas cruzadas con su cuerpo frente a su acompañante pero con su mirada fija al paisaje mostraban ese desinterés que la caracterizaba. Miraba al cielo como si allí encontrara aquellas respuestas que ni siquiera tenían preguntas pero que continuamente deambulaban en su cabeza, como un sueño o como un recuerdo borroso.
Un vestido negro abrazaba sus curvas y aquel labial rojo jamás dejaba de acompañarla. Podría decirse que estaba tan acostumbrada a que voltearan a verla que tener una compañía para ella significaba una persona más que quería complacerla, que quería hacerse notar y en el mejor de los casos mantener una conversación fluida con ella; sin embargo, lo único que Cristine D'Angelo deseaba esa noche era observar las estrellas.
__ ¿Que tal te pareció la velada?
La empatía no era una de las cualidades que la definían, era consciente del concepto que tenían de ella y no le molestaba en lo absoluto, por el contrario, parecía disfrutarlo. Por ello nisiquiera se dignó a responder aquella pregunta, solo apretó sus labios en una mueca incómoda.
__ Cris...
Odiaba los apodos e incluso los apelativos cariñosos, por ello escuchar aquel acortamiento de su nombre provocó que dejara su copa en la mesa y lo mirara al fin; a punto de salir de aquel lugar.
Su acompañante la observó en todo su esplendor, su cabello recogido, esa mirada tan fija que lo desarmaba por completo y aquel mal humor que era parte de su personalidad, pero que consideraba un encanto peculiar. Peinó sus cabellos castaños con su mano, arregló su corbata y fijó su mirada en el reloj de cuero que decoraba su muñeca. Se alentó a si mismo a pronunciar al fin la frase que deambulaba en su cabeza.
__ Son ya casi quince años los que nos conocemos y estos últimos años he sido bastante directo respecto a mis sentimientos.
__ Gerónimo...
__ Por favor, déjame terminar.
No era la primera vez que aquel hombre tan bien portado trataba de obtener algo más que una simple sonrisa por parte de la docente; y ella, por su parte, ya estaba cansada de siempre rechazarlo.
__ Planeo contigo muchas cosas, cada desicion que tomo de alguna manera está relacionada contigo, no busco una aventura, ni pasar el rato; quiero algo serio Cristine y la verdad ya estoy arto de que siempre me cambies de tema o me rechaces sutilmente. Quiero saber si tu respuesta es si o no, para tomar la decisión de si me quedo o me voy.
La castaña jugueteo con sus dedos sobre la mesa y acomodó su copa ya vacía pensando en cuáles eran las palabras correctas que debía decir. No quería perder esa pseudorelación que mantenía con ese hombre sin embargo, no quería dar más de lo que ya había dado.
__ Salgamos.
Fue lo único que se dignó a decir y caminó directo a los ascensores, unos minutos después su acompañante y ella bajaban hacía la salida en completo silencio. Apenas posó un pie fuera del restaurante el aire helado sopló en todo su cuerpo obligándola a abrazarse a si misma. Cómo todo un caballero correcto, Gerónimo se deshizo de su saco para cubrir a la mujer que tiritaba al lado suyo.
__ Gracias.
__ Aquí hace mucho frío Cris, vayamos a mi departamento si te parece.
__ Mejor sentémonos en la plaza, me gusta disfrutar de las noches como ésta - y aquella respuesta, traía buen doble sentido.
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Mirando al Cielo
Ficção AdolescenteLa vida seguía a pasos agigantados dejando atrás a aquella mujer madura de mirada perdida, los suspiros salían de sus labios con más frecuencia; miraba al cielo tratando de encontrar respuesta a su sufrimiento, a su falta de vida. Hasta que la vió...