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__ Por un demonio Gustavo ¡más imbécil no puedes ser!.

Ambos compañeros entraban a la dependencia hechos una furia, cada quien con contraposiciones distintas. Las altas horas de la madrugada hacía casi imposible que cualquier curioso que rondeara la zona viera extraño entrar a dos personas de trajes costosos y elegantes a la dependecia de dirección de investigación criminal (dirincri), y eso lo sabían muy bien aquellos compañeros.

__ Se supone que era una visita de reconocimiento; sin interaccionar, sin llamar la atención - aquel no tan muchacho de esmoquin hablaba pausadamente mientras deslizaba su saco por sus fornidos brazos.

Gustavo Mendoza era un reconocido agente de inteligencia, su temperamento calmado y sus facciones casi perfectas lo hacian predilecto para trabajos de infiltración. Observaba calladamente a aquella jovencita que lanzaba maldiciones al aire mientras acomodaba su bien formado trasero en el sillón de cuero que confiscó en una barrida.  

__ Hanna por dios, calmate - solo aquella frase hizo que aquellos ojos verdes artificiales, chispearan.

Antes de vociferar palabra alguna ambos oficiales callaron de inmediato cuando notaron la presencia de un superior en la misma sala; sus cuerpos rectos y su saludo militar le daban un aspecto gracioso al no estar vestidos con sus uniformes correspondientes. El superior los observó por algunos segundos mientras aún éstos mantenían una posición firme, tomó mayor atención de la pelirroja que tenía enfrente.

__ Descansen - se sentó en el sillón favorito de Gustavo (aunque éste no lo supiera) cruzando sus piernas - Informenme todo.

Esperó a que llegaran para recibir el reporte directamente de ellos, aquella intervención era la mas importante de su carrera, por ello escogió a los dos mejores agentes y lo supervisaba él mismo. Era evidente el nerviosismo de aquella pareja aún de pie frente a su superior, sabían de su error y eran conscientes de que tal vez todo se había hechado a perder.

__ Bien señor, fuimos capaces de reconocer a un par de personas del entorno del Professor - comentó la mas joven.

__ Del ex-Professor, menos mal ese desgraciado está bien muerto. Siga agente.

__ Nadie se presentó como su esposa o se dió algún comentario sobre él, toda la visita entabló el tema de las obras de arte - dudó si era el mejor momento de comentar su incidente o cuando ya estuvieran a solas.

__ Aún en su muerte ese hijo de puta sigue jodiendonos; cuatro puñeteros años estuve tras sus pasos y cuando al fin lo teníamos resulta que solo era un lacayo, una marioneta más. Que la verdadera mano tras todo esto es su esposa, y tal vez ni eso sea cierto. ¡Mierda! - apretó con fuerza de su quepi tratando de calmarse - no esperaré cuatro años más por información. Debemos actuar ya.

__ Si señor - el superior se puso de pie dando por terminada la conversación.

__ Algo más señor, se entabló contacto con una mujer de la universidad - Hanna observó pasmada a su compañero cuando éste habló. 

__ Siga Mendoza.

__ Aquella mujer se presentó como docente de San Carlos, Cristine D'Angelo.

__ D'Angelo... no me suena ese nombre. ¿Te pareció sospechosa?.

__ Tal vez, muy petulante.

__ Porque no quería acostarse contigo - ambos pares de ojos masculinos la vieron - ya conoce la reputación de Mendoza señor.

El superior observó al agente fornido de ojos cafés que tenía en frente, claro que conocía bien de lo que hablaba la más joven; aquel hombre de ya pasados los treinta años era todo un Don Juan.

Mirando al CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora