Una astilla, gran herida

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Toda la lucha había cambiado su rumbo, no era ya por la supremacía de una raza sino por la supervivencia de los presentes en el lugar. Uno de los guerreros más fuertes no estaba apto para el combate, la oponente era una guerrera experimentada pero aun así  no era tal rival para un par de hermanos demoníacos.

Gealia: Siguen siendo grandes oponentes pero igualmente asquerosos demonios.- Un golpe en su rostro le sorprendió a tal punto de desequilibrarla, sosteniéndose la herida en la frente que comenzaba a sangrar en gran medida. 

Meliodas: Será mejor que te rindas, somos más y estas en una gran desventaja, estas acorralada.

Una carcajada salió de la boca de la joven, era tétrica, con la sangre cubriendo sus ojos observo lentamente a cada una de las personas presentes. Deteniéndose en dos personas en específico donde aquellas risas cesaron siendo reemplazadas por una cara seria y llena de odio, uno muy grande. Se podía hasta sentir la tensión creciente en el ambiente. 

Gealia: Ustedes, ¡Ustedes Malditos traidores! Meliodas ¿has visto morir a Elizabeth cuántas veces? Más de cien quizá, ¿por qué no lo haces una última vez? Así volverás a sentir ese dolor que llevó sufriendo desde que la guerra lo alejo de mi lado por todos esos siglos.- Un resplandor salió de la mano de la mujer, tan brillante que hasta algunos casi llegó a cegar.- ¡Recuerdas tus memorias y muertes Elizabeth! 

Al momento en que se desvaneció la luz, la princesa dirigió su mirada hacia su amado donde en vez de sus zafiros azules se veían turmalinas amarillentas con símbolos en el centro.

Elizabeth: Meliodas, Meliodas recuerdo todo... lo recuerdo todo.

Meliodas: Elizabeth...

Gealia: ¡Ja! Ni siquiera tienes los mandamientos, ella morirá sin dudarlo sea por mis armas o por su maldición. Oh y Zeldris, estoy segura que tu hermano nunca te dijo que le sucedió a tu amada Gelda.- una mirada de incertidumbre se puso en el rostro lentamente observando a su hermano.- Ups, parece que hable de más pero si ya sabe mejor le terminó de dar la noticia. Ella nunca murió y eso lo sabía Meliodas, siempre lo supo pero te lo ocultó aun sabiendo cuan importante era para ti. Parece que la familia es más traicionera de lo que se cree, mientras ustedes no hacían nada yo aproveche para que pasará cierta conmoción y llamar a unos refuerzos para acabar de una buena vez por todas con esto.

Unos pares de alas dieron presencia en el campo de batalla siendo nadie más que los mismos arcángeles. Todos con rostros bastante serios listos para el enfrentamiento.

Elizabeth: Esa es... Margaret, ¿qué esta pasando?

Ludociel: Esta joven era una gran vasija. Pero eso no es lo importante, sino quienes están aquí.– dice volteando a ver a la jóven.– Tú, la traidora del cielo.

Geali: ¡Ten me respetó Ludociel! Que yo fuí quien trajo a mi amado devuelta cuando tú lo dejaste morir.– Apuntó acusatoriamente al Arcángel.–

Ludociel: Sigo siendo un arcángel... Pero tienes razón, lo trajiste devuelta y no solo a él sino a la parejita bonita.

Gealia: Gracias por el reconocimiento señor.

Ludociel: Así que al final mi hermano se escondió tras la identidad de un demonio. Hay que hacerlos pagar, por este sufrimiento de años.

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Entre esquivar y derribar a las bestias que se les atravesaban en el camino se les hacía más largo el recorrer el sendero. Se suponía que debían salir de ese lugar. A la superficie, con cuidado de no caer al Purgatorio y "desvanecerse".
Que su acompañante no supiera pelea no ayudaba pero extrañamente ella conocía el camino más seguro. Habían visto como bestias terminaban con almas que trataban de escapar de sus garras.

Clarise: ¿Estas segura que es por aquí?

Chiara: Claro que sí...

Clarise: ¿Cómo lo sabes?

Chiara: Es algo tonto la verdad.- un pequeño rubor se posa en su rostro.- Siento, no, veo un brillo cálido que me guía hacía la salida.

Clarise: ¿Un brillo, como qué?

Chiara: No lo sé, pero confío totalmente en a dónde me lleva.

Clarise:...Ya veo, confiaré en tí...

Chiara: Deberíamos descansar... Aunque ni siquiera se si lo ocupamos pero quiero despejar mi mente.

Clarise: Claro.- bajan del León el cual solo que queda mirándolas como si pidiera ayuda.- Este León, me hace sentir que estoy junto a él, me hace seguir adelante.-Cierra sus ojos sintiendo el pelaje cálido del animal.- Necesito ir a ayudar a Escanor.

Chiara: ¿No tienes miedo de que te haya reemplazado?

Clarise: ¿Por qué dices eso?

Chiara: Pude oír lo que dijo esa mujer, sobre el como te utilizó... Para esa asquerosa maga...¿No te enoja eso, no te sientes...vacía?

Clarise: Yo...-Unas lágrimas se iban asomando un poco al recordar ese momento.- Deja un mal sabor de boca... Te seré honesta: quería, no, quiero llorar, gritar, reclamarle y hasta odiarlo. Pero igual quiero estar con él... Más dentro de mi quiero algo que no se que es. Pero tú debes sentirte igual.

Chiara: Él.- ya llorando.- Pensé que me quería... Yo de verdad deseaba dar todo por él, si tan solo me hubiera dado la...- levantó la cabeza tratando de tranquilizar todos los pensamientos que la atomentaban, ¿Por qué Estarrosa no la tomaba en cuenta? ¿No era bonita, es porque era humana y esclava? No lo entendía.- Lo quiero... Me enamore de él por completo y me cambió

Los extremos de cada extremidad parecían oscurecer con una materia negra. Cómo los de quienes caían al Purgatorio y se transformaban en bestias que peleaban o devoraban cualquier cosa. Eso comenzó a preocupar a Clarise, ¿Si no salían se volverían seres sin conciencia que habitan ese doloroso lugar? ¿No existía el cielo, nadie podría ascender a un cielo donde descansar en paz? Más preocupaciones aumentaban con cada instante que pasaba, las dos se manchaban poco a poco de culpas y dudas.

Clarise: Él... ¿Me usó? No podría

Chiara: ¡ACÉPTALO, NOS USARON DE LA FORMA MÁS ASQUEROSA!– Enojada se levanta y se pone frente a ella– ¿Pero sabes qué? Al menos yo no sufrí dos veces. De alguna forma eres muy estúpida. Primero, le dijiste en la cara lo que sentías a Escanor para ver si lo entendía, y luego Estarrosa te usó para traer a esa mujer... Tu arruináste mi vida.– Su mirada la fulminaba, algo no estaba bien–

Clarise: ¿A sí? Pues al menos yo mi vida fui libre y moriré libre, no como otras que solo se quedaron siendo la chacha de otros. Eres tan débil que si cayerámos al Purgatorio o lo que sea serías la primera en ser devodará.

Chiara: Pues si quieres vamos a verlo.– Sus puños se apretaron y el derecho fue directo al rostro de la contraria.–

Clarise: Eres una...

???: Señoritas, parece que ya pasaron mucho tiempo aquí abajo. Se están volviendo locas, hasta diría salvajes pero bueno, son humanas comunes que se les hace.

Clarise: ¡Ven y dímelo a la cara tu enano!

Sariel: Me enojaría pero se nota que no están en sus cabales, solo salgamos de aquí, no pensé que serían tan lentas.

Chiara: Tú... ¿Eres el que me guiaba?

Sariel: ¡Sorpresa! Las necesitamos a ambas, así que vamos arriba.

Chiara:– En un susurro– Estarossa...

Clarise: Solo vamos, no quiero perder más tiempo.– dijo de forma cortante.–

Chiara: Bien...

Sariel: Vamos rápido, que se pone feo todo.

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¡Hola, gracias a todos los que leen está historia! Primero quiero decirles que trataré de acabar ya está historia, porque sí ya pronto se viene el final.
Para después de ésto avanzar con las demás que tengo.
Gracias de nuevo a todos



Tu eres mi sol.    Escanor x Lector.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora